Un nuevo sujeto de la psicoterapia: la familia
Este texto obtuvo el primer premio que otorgó la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapia (FEAP) en 2009 en el Primer Congreso de la FEAP en San Sebastián, España
Rodolfo Moguillansky & Silvia Nussbaum
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Un nuevo sujeto de la psicoterapia: la familia[1]
Resumen
Este texto da por sentado la
existencia de una clínica vincular en la que los psicoanalistas podemos y
debemos intervenir.
Se desarrolla una esquemática síntesis una cartografía
acerca de la visión del autor acerca de
la clínica vincular.
Se sugiere que, para intervenir
en esa clínica y fundamentar la creación de instrumentos para operar en ese
campo, tenemos que considerar por lo menos tres ejes.
1.
La diversidad de la familia.
Se considera que la descripción
que hagamos de la pluralidad que hay, hoy en día, en las configuraciones
vinculares tendría que dar cuenta tanto de su complejidad, como de los cambios
que han ocurrido en las mismas en los últimos años.
2.
La multiplicidad y la sustantividad de la
indicación en la que se nos demanda intervenir en la clínica vincular.
3.
La(s) teoría(s) que tenemos sobre los cimientos metapsicológicos del
conflicto vincular.
Se propone que en el cruce, en la
intersección de la complejidad
planteada por estos tres ejes, tenemos que pensar la clínica vincular.
Respecto de los cimientos
metapsicológicos del conflicto vincular. Se distinguen:
1-Familias que en su constitución
están signadas por el déficit de
un zócalo narcisista.
Estas familias sufren por una falla en la constitución y/o mantenimiento
de una ilusión que de fundamento de pertenencia a ese conjunto.
2-Las que lo han constituido, y
en consecuencia han instituido una ilusión que les da pertenencia a un conjunto
pero no han podido crear -
mediante el logro simbólico que implica la creación de un nuevo contexto de
significación - las condiciones para la
admisión de un orden exterior a esa familia, o si lo conciben es un
orden que se opone a su existencia.
Se dice que estas familias sufren por un instituido absoluto, del que resultan enunciados de fundamento de lo
conjunto no relativizables.
3-Las que lo han constituido, y
además pueden en su seno concebir un nuevo contexto de significación.
Estas familias sufren por por no poder sostener la ilusión fundante, lo
que las lleva a peculiares modos
de procesar la desilusión.
Se postulan diferentes formas de
intervención en cada una de estas figuraciones clínicas
Un nuevo sujeto de la psicoterapia: la familia[2]
Rodolfo Moguillansky y Silvia Nussbaum
I-Introducción
1-0-La psicoterapia nace con la consideración que obtiene la
subjetividad humana
La psicoterapia nació en Occidente en el siglo
XX a partir de la nueva consideración
que tuvo la subjetividad humana de la mano del psicoanálisis y de una
nueva concepción de la psiquiatría, la psiquiatría dinámica[3].
1-1-La psicoterapia, una práctica centrada en el individuo en la primera
mitad del siglo XX
La psicoterapia, en la primera mitad del siglo
XX, en sus diferentes concepciones tuvo como centro a la subjetividad de una
persona sin mayor miramiento por su entorno social y familiar. La familia, y lo
que ocurría con ella no fue una temática relevante en Occidente en los inicios
de la psiquiatría dinámica ni en
el territorio de la salud mental ni en las prácticas psicoterapéuticas.
Convengamos que lo familiar es una perspectiva que recién ha sido incluida en
el campo de la psicoterapia en
tiempos relativamente recientes.
Hagamos un poco de historia. Previo al siglo
XX, La enfermedad, particularmente la enfermedad mental era un fenómeno a
separar de la sociedad y de la familia. El aislamiento del “loco”, de la familia y de la sociedad, se
comenzó a institucionalizar luego del Renacimiento - hacia mediados del siglo
XVII -, con la creación de “Los hospitales generales”[4].
Foucault[5]
nos cuenta que este aislamiento, adquirió solemnidad médica en el curso del
siglo XIX, a posteriori de la Revolución Francesa. Aislar al enfermo mental de
la familia siguió siendo una práctica generalizada en la primera mitad del
siglo XX. Aislar al enfermo no era una cuestión que sólo se daba en el campo de
la salud mental, también se llevaba a cabo en el espacio de la medicina en general,
incluso en la pediatría se tendía a separar al “enfermo”, de hecho se aislaba
al “niño enfermo” de su entorno.
1-2-La incorporación del entorno social y familiar
En la segunda mitad del siglo XX la cuestión social y familiar adquirió relevancia en el
amplio campo de la salud, incluida la salud mental y fue incluida como una nueva perspectiva en las
diversas psicoterapias.
A partir
de los años cincuenta advino un reclamo
social que hizo plausible y necesario que los organismos de salud
consideraran el sufrimiento
vincular dada la creciente preocupación que había a partir de esa época acerca
de la clínica derivada de la psicosis; la violencia familiar; el abuso sexual;
la adopción; el auge de las nuevas técnicas reproductivas; las disfunciones en la
adolescencia; el abordaje judicial de delitos consumados por menores.
En el campo de la salud mental los
esfuerzos por reconectar al psicótico con su entorno dio un mayor miramiento de lo vincular. Son destacables
entre ellos los aportes pioneros de Wilfred Bion[6] y Maxwell Jones[7]. No fue por cierto un
fenómeno aislado. En otros lugares del mundo, en los años cincuenta y sesenta
se llevaron a cabo experiencias con abordajes grupales comunitarios: entre otros F. Basaglia[8]
en Italia, en Inglaterra, William O´Brien[9], E. Goffman[10]
en EEUU, F. Fanon[11] en Argelia. España no estuvo ajena a este movimiento, las primeras Comunidades
Terapéuticas aparecieron de forma aislada y tardía en los años 60 por
iniciativa de algunos jóvenes psiquiatras que trataban de reformar los
obsoletos manicomios (Domingo Comas Arnau 2006)[12].
Después de los
años sesenta comenzó entonces a tener mayor miramiento en el imaginario social
y en las políticas de estado en el campo de la salud mental el “sufrimiento
vincular” y el cuidado por “el vinculo”.
Fue importante
para atender este sufrimiento vincular la creación en Paris de la CEFRAP
(Centro de Estudios Franceses para la formación y la investigación activa en
Psicología dinámica de la personalidad y grupos humanos) bajo el liderazgo de
Didier Anzieu, asi como el trabajo de Pontalis (1963) “El pequeño grupo como
objeto”[13].
Considerar el “sufrimiento vincular” aludía no
sólo a la riqueza que brindaba la familia para la mejor comprensión de la
enfermedad mental, implicaba también considerar el efecto de las relaciones familiares sobre la persona
enferma. Se trataba de abrir los ojos al sufrimiento, al dolor que surgía por
el hecho de estar inmersos en vínculos, especialmente en vínculos familiares.
En consonancia
con este nuevo modo de concebir el sufrimiento psíquico vincular, en distintos
lugares del mundo en la posguerra, se comenzaron a atender parejas y familias
con un marco de referencia psicoanalítico. A modo de ejemplo recordemos que en
los cincuenta, en la Tavistok Clinic, en Londres y en diferentes centros de
Estados Unidos se empezaron a hacer consultas con parejas y familias.
Lo vincular, el abordaje psicoanalítico de
familias, es una perspectiva que hoy está incluida en el campo de las
psicoterapias y del psicoanálisis. Para ilustrar nombraré, sólo a título de
ejemplo, algunos psicoanalistas, que en distintas geografías, marcaron hitos de
modo emblemático en la incorporación de lo vincular dentro de la práctica
psicoanalítica y en las instituciones de salud mental: en Inglaterra, Henry
Dicks (Un discípulo de Fairbairn, que fundó
en 1947 la unidad de parejas y familias en la Tavistok Clinic en Londres), R. Laing[14]; en Francia Jean Lemaire (Integrante de la Association
Francaise des Centres de Consultations Conjugales); en Alemania Jurg Willi; en
EE UU conspicuos miembros de la
Asociación Psicoanalítica Americana en
Estados Unidos crearon desde los años sesenta y setenta centros para acoger y
atender parejas y familias con un marco psicoanalítico e hicieron notables
publicaciones sobre el tema. Entre ellos destaquemos a Nathan Ackerman (Profesor de psiquiatría de la Universidad de
Columbia y Director de la Clínica Psicoanalítica de Columbia en los sesenta); Theodore Lidz (Jefe del Departamento de Psiquiatría de la
Universidad de Yale en los setenta); Lyman Winne (Jefe de la Sección
Psiquiatría para adultos del
National Institute of Mental Health en los setenta).
A fines de los años setenta la familia fue
tomada como problema en el campo de la salud mental por la Organización Mundial
de la Salud (OMS) en la Conferencia de la OMS sobre Prevención Primaria en Alma
Ata (1978). En la declaración de la OMS de Alma Ata se establece el determinante papel de la familia (lo
pongo en cursiva para destacarlo) y la comunidad en el campo de la prevención
primaria[15].
La inclusión de la consideración de la vida emocional de la familia también
se ha extendido a otros campos. Ocupa un lugar relevante en la justicia, a través del asesoramiento
que solicitan los jueces de familia a especialistas en esta cuestión.
Hoy en España forma parte del modo de pensar de los psicoterapeutas y
agentes sociales en salud mental
la consideración de los vínculos. Es parte del bagaje de los
profesionales que trabajan en prevención primaria y en las redes de atención de
las diversas Comunidades.
2- La inclusión de la familia desde la
teoría psicoanalítica
La familia
también fue introducida en la teoría psicoanalítica. Desde la mitad del siglo
XX, en la teoría psicoanalítica
se comenzó a contemplar lo vincular en tanto fue necesario reconsiderar el sujeto del inconsciente
como sujeto de la pulsión, tal
como había sido inicialmente concebido. Fue importante pensar que el sujeto del
Inconsciente también era un sujeto de herencia. No se podía seguir ignorando,
desde la teoría psicoanalítica el peso de los antecesores en la conformación de
la subjetividad humana.
2-1-Algunos antecedentes.
Sería injusto decir que en algún sentido Freud no la había planteado;
esto había sido anticipado por Freud (S. Freud, 1915)[16], cuando nos decía que en el hijo se incrustaban los ideales de los
padres, a través de su célebre frase “his majesty the baby”. Su majestad el
bebé recibía el mandato de ser un eslabón en la cadena de sueños irrealizados
de los padres y cuando conceptualizó el papel instituyente de lo vincular, al
concebir al sujeto del Inconsciente como
un sujeto de herencia en tanto su subjetividad estaba instituida por identificaciones adquiridas en el seno de una matriz familiar que
otorgaba lugares, planteaba ideales, prefiguraba conflictos (S. Freud 1923)[17].
Fue
importante el aporte de M. Klein
(1932)[18] mostrando como la mente adquiere sus modelos a partir del interior materno. M. Klein
insistió vivamente en el papel que ocupa el interior del cuerpo materno, como
objeto privilegiado de la curiosidad del bebe, y como su mente (la del bebe)
esta modelada de acuerdo a las teorías que el bebe va construyendo sobre ese
interior. Del conocimiento de
este interior, para esta autora, se extraería un modelo del mundo.
Lacan tuvo el enorme mérito de introducir dentro de la teoría el papel
que tenía la cultura en la conformación del sujeto. Recordemos, para comprender
la envergadura del aporte de Lacan en este punto, que Freud había recurrido
para explicar las determinaciones sociales a hipótesis filogenéticos. A modo de ejemplo digamos que Freud
recurría a hipótesis filogenéticos – en consonancia con las tesis
Lamarckianas de la época - para explicar los supuestos que daban cuenta de la
transmisión de la “Represión primaria” en “Tres Ensayos para una Teoría Sexual”
(1905); del “Tabú del incesto”, en “Tótem y Tabú” (1913); de las “Fantasías
originarias”, en el historial de “Hombre de los Lobos” (1917); etc.
Lacan, en ese sentido, marcó un notable hito con su artículo “La
familia” (1938)[19]. Este escrito temprano de
Lacan marcó un punto de inflexión
en tanto proponía hipótesis que privilegian la transmisión cultural y no las
hipótesis filogenéticas a las que Freud había recurrido en su obra para explicar
como se transmitían significados de generación en generación. La noción de
“Complejo”, presente en este artículo aludía a como un sujeto, un infans nacía
inmerso en “complejos”, conflictos complejos moldeados culturalmente que se
tramitaban y se instituían a través de la familia.
Levi-Strauss[20] luego
describió, en diferente libros, el valor instituyente que tienen las reglas del
parentesco para la constitución del sujeto, cómo la estructura del parentesco
prefiguraba lugares y moldeaba los conflictos dados por la ubicación de ese
nuevo sujeto dentro de dicha estructura.
A fines de los años sesenta numerosos autores
propusieron que la vida psíquica, la vida emocional humana, comenzaba en el
seno de un vínculo, de una simbiosis entre la madre y el bebé. Para esta
perspectiva, cada sujeto, luego tendría como tarea la individuación. Son
ineludibles en ese punto los aportes de Harold Searles (1965)[21]
y Margaret Mahler (1968)[22]
y José Bleger (1967)[23]. José
Bleger realizó novedosos estudios acerca del narcisismo y el proceso de
individuación a partir de la simbiosis; con auxilio del concepto de depositario
planteó que "toda simbiosis es siempre grupal". Con la noción de “depositario” abría un ancho camino
en la comprensión del papel instituyente que tienen los grupos, la familia y la
sociedad en la asignación, depositación de la locura por parte de estas
instituciones en un individuo determinado.
En la mitad del siglo XX, se ensanchó la teoría psicoanalítica al
plantear modelos en los que tenía
un creciente papel la presencia de otra mente para constituir la propia, en
particular la mente de la madre para instituir la subjetividad del bebé.
Jugaron
un papel importante en esta ampliación, los aportes de Winnicott (1953)[24]
y Bion (1962)[25] que nos
hicieron comprender que las
emociones del bebé, necesitaban ser moduladas y significadas por otra mente y
que hasta las capacidades para pensar del cachorro humano las adquiría a partir
de otro humano. Winnicott y Bion nos dijeron que no se trataba
sólo de un lugar (exterior a la propia mente) a ser pensado, simbolizado, lo que ya de por si ampliaba las
fronteras de la imaginación, sino también el papel activo que tenía que
desempeñar la otra mente para la constitución de la propia.
Entre los desarrollos
que jerarquizaron la noción de vínculo dentro del psicoanálisis a la hora de
pensar como un humano se constituye en sujeto psíquico, fue importante el
privilegiado papel que le dio Piera Aulagnier (1975)[26]
a la anticipación de la madre
sobre el futuro hijo.
Cada individuo esta predeterminado, según
esta autora, por vínculos que preexisten a su nacimiento. El sujeto empieza a
ser, antes de nacer, en la mente
de la madre, su identificación primaria encuentra su miga, su sustancia, su
suelo, en lo que su madre imagino sobre él (Piera Aulagnier, ibid). La madre
además le transmite no solo sus ideales, instituye en él los paradigmas
culturales en los que va a vivir.
Laplanche[27] realizó una interesante contribución a
la cuestión del vínculo con su teoría de la “seducción generalizada”,
reconsiderando la “preanalítica escena de seducción”. Según Laplanche la
sexualidad es introducida por la madre a través de los cuidados corporales,
incluso afirma que no podemos ignorar, ya desde los inicios de la relación
madre-bebé el papel del pecho, que
más allá de su ofrecimiento como órgano de la lactancia simultáneamente
transmite el investimiento sexual inconsciente
Hubo
un enorme salto cuando se consideró que tenemos detrás de la vida individual de
cada uno un tesoro a veces anónimo, a veces con nombre y figura.
No sólo la familia próxima nos
antecede y nos instituye en nuestro modo de ser. También se advirtió que los
antepasados en la conformación de la subjetividad son múltiples, tenemos
diversas tradiciones detrás de nosotros, no una sola. Hay una circulación de deseos, ideales, significados entre
generaciones, transmisión y repetición de
encrucijadas que nos vienen de nuestros antepasados más lejanos que
devienen determinantes del modo en que se constituye cada individualidad dentro
de la trama familiar que la precede y a su vez prefigura la que la sucede.
Distintos autores han vuelto sobre este tema, como cada
individuo esta predeterminado, por vínculos familiares y sociales que
preexisten a su nacimiento. El sujeto empieza a ser antes de nacer, y luego es sujetado por la cultura para su humanización, cumpliendo
la familia en este proceso un papel central.
Sobre este punto, en que se articula el individuo con la
sociedad, es remarcable la teorización de Lacan (J.Lacan, 1964[28])
que, como vimos, ya había dado un enorme salto - en su inicial texto “la
familia” -, al proponer la noción
de “Complejo” para dar cuenta sobre el modo en que la familia instituye normas, prohibiciones, que hacen a las
reglas del parentesco, etc..
Lacan, más tarde también enfatizó el papel que tiene la
cultura. Para ello planteo el lugar que tiene en la constitución del sujeto, la
inscripción del deseo en el Grand
Autre (A): “el niño queda irreductiblemente inscripto en el universo del deseo
del Otro en la medida que está prisionero de los significantes del Otro”. El lugar del código (“tesoro
de significantes”) aparece como el lugar del Grand Autre.
Cada individuo esta predeterminado por vínculos familiares y
sociales que preexisten a su nacimiento. Piera Aulagnier (Piera Aulagnier, 1975)[29] con su noción de “contrato narcisista” describe la
operación mediante la cual cada sujeto queda sujetado a los valores vigentes en
una cultura dada.
Kaës plantea que el individuo no puede
rehusarse a ser un sujeto de herencia; si lo hiciera se pensaría a si mismo
como autogenerado. El sujeto de herencia es un sujeto de grupo que se
constituye como sujeto del inconsciente según dos determinaciones convergentes:
una, dependiente del funcionamiento del espacio intrapsíquico y, otra,
subordinada al trabajo impuesto a la psique por su ligazón con lo
intersubjetivo, por su sujeción a las distintas formas de agrupamiento en que
está incluido, tales como la familia, los grupos, las instituciones. Esta
noción adquirirá todo su vigor a la luz de la conceptualización de lo negativo[30]
Para Kaës, al igual que para Piera Aulagnier, el grupo precede al sujeto
del grupo, el sujeto es en primer lugar un intersujeto en tanto heredero
de sueños irrealizados, de represiones, de renunciamientos, de fantasías, de historias.
Kaës[31],
complejizando aún más el problema, agrega otro modo para pensar la ligazón de
los componentes del grupo: introduce la idea de pacto denegativo.
El pacto denegativo es la contrapartida
negativa del contrato narcisista. Así como el contrato narcisista nos dicta que
es lo que junta, el pacto denegativo dice que es lo que hay que dejar afuera
para juntarse. El pacto denegativo es estructurante y defensivo de los vínculos
e incluye todo aquello que ha de ser reprimido, renegado, rechazado. Sobre la
base de lo que dejamos afuera nos juntamos. Esta es la idea de pacto denegativo
que trae Kaës.
Un paso más en el papel que tiene
lo que nos precede en la constitución subjetiva: lo transgeneracional, designando con ello un vínculo entre generaciones - de otra transmisión
apoyada en lo negativo - en el sentido de lo que no ha advenido, de lo que es
ausencia de inscripción y representación, o de lo que en forma de encriptado
está en estasis sin ser inscripto y se transmite directamente por el afecto, el
objeto bizarro, o el significante en bruto. Este último punto de vista, la
transmisión de lo que adolece de falta de significación, fue trabajada
extensamente por Nicolás Abraham y María Torok. Es importante decir que desde
los extramuros del psicoanálisis, ha transcurrido una notable línea de
investigación sobre este tema,
inaugurado por los trabajos de Nicolás Abraham y María Torok (1961-1975, que
luego aparecieron en 1978, L¨écorcé et le noyau, Paris, Flamarion; hay una
segunda edición en 1987[32])
sobre el duelo, la “cripta” y el “fantasma”.
La noción de vínculo se hizo necesaria, también desde la clínica
psicoanalítica de la esquizofrenia. Fue importante explicar y abordar que ocurría en la trama familiar para comprender el
padecimiento psicológico, sobre todo en la clínica de la psicosis, tomando
relevante papel la familia cuando aparecía un individuo esquizofrénico. Con el tiempo se fue afianzando
la pertinencia que tenía suponer,
que los modos de interacción familiar
se asociaban de manera estable con la enfermedad mental, en especial la
esquizofrenia. Este punto de vista que hoy es parte de nuestro bagaje conceptual constituye un abordaje relativamente nuevo en nuestra
disciplina.
Una de las primeras fuentes de este modo de pensar
se puede encontrar en los trabajos pioneros de Frieda Fromm Reichmann en la
década del treinta
(Fromm-Reichmann Frieda, 1939; 1950)[33].
Frieda Fromm
Reichmann opinó que los esquizofrénicos encontraban una de las razones de la génesis de su patología en la relación con su madre; acuñó en esos
escritos la noción de "madre esquizofrenógena". La esquizofrenia para
esta investigadora encontraba sus raíces en el tipo de "vínculo" que
esta madre establecía con su hijo.
Uno de los estudios más
relevantes en este terreno fue
el de Gregory Bateson quien dio un enorme paso hacia adelante
en 1956 con su artículo "Hacia una teoría de la esquizofrenia"
(Gregory Bateson, Don Jackson, Jay Haley y John Weakland, 1956)[34] enunciando su impactante teoría del
“doble vínculo”.
Bateson (1956)
propondría que para que se de un doble vínculo es necesario que haya dos o más
personas, que sea una experiencia repetida, se de una instrucción negativa
primaria, se sume una instrucción secundaria que contradiga a la primera en un
nivel más abstracto y como la primera, esté reforzada por castigos o señales
que pongan en peligro la supervivencia. Por último una instrucción terciaria,
que prohíba a la víctima escapar del campo. Se genera así la imposibilidad de discriminar que tipo (en
el sentido de los tipos lógicos de
Russell[35]) de mensaje
se le comunica, el individuo se ve atrapado en una situación en la que otra
persona expresa dos ordenes de mensajes y uno de ellos, de un nivel lógico
superior, niega al otro. Se agrega la incapacidad de realizar un comentario, en
términos más formales, no puede hacer una intervención metacomunicativa.
Bateson sugiere que éste es el tipo de situación que se produce entre el
pre-esquizofrénico y su madre.
Theodore Lidz, destacado
psicoanalista norteamericano, miembro prominente de la Asociación
Psicoanalítica Norteamericana, jefe del departamento de Psiquiatría de la
Universidad de Yale, desarrolló un cuerpo teórico de corte psicoanalítico sobre
la esquizofrenia, tomando como unidad de análisis la familia.
Es un
clásico el artículo de Theodore Lidz
“El medio intrafamiliar del paciente esquizofrénico: la transmisión de
la irracionalidad” (T. Lidz, A. Cornelison, D. Carlson y S. Fleck, 1957)[36].
En este meduloso estudio, Lidz plantea que “la delimitación que hacen los padres
del medio y su percepción de los hechos destinada a satisfacer sus necesidades,
traen como resultado una atmósfera familiar enrarecida a la que los niños deben
adecuarse para satisfacer esa necesidad dominante, o bien sentirse rechazados.
Surgiría también, de la mano de Lyman Winne,
otro destacado psicoanalista norteamericano, jefe de la Sección Psiquiatría
para adultos del National
Institute of Mental Health en los setenta, la noción de “pseudomutualidad”.
Lyman Wynne
en “Pseudomutualidad en las relaciones de los esquizofrénicos” (Lyman Wynne, I.
Ryckoff, J. Day y S. Hirsch, 1957)[37] afirma que “en la pseudomutualidad la participación
emocional apunta más a mantener el sentido del cumplimiento de las expectativas recíprocas que a
percibir acertadamente las expectativas cambiantes... La pseudomutualidad
implica un dilema característico:
la divergencia se percibe como un factor de desquiciamiento de la relación, por
lo cual es necesaria evitarla pero, si se la evita, la relación no puede
crecer. Dice más adelante en este mismo artículo que “dentro de las familias
que más tarde desarrollan episodios esquizofrénicos agudos, las relaciones que
se reconocen abiertamente como aceptables exhiben una cualidad de
pseudo-mutualidad intensa y perdurable”.
Un gigante en la exploración de los vínculos
familiares con una perspectiva psicoanalítica, fue Nathan Ackerman, miembro de
la Asociación Psicoanalítica Americana, Profesor de psiquiatría de la
Universidad de Columbia y a la vez
Director de la Clínica Psicoanalítica de Columbia en los sesenta.
Ackerman pretendía ampliar el
marco de referencia del psicoanálisis. Proponía en Diagnostico y tratamiento de
las relaciones familiares (1958)[38]
no divorciar ya más los procesos psíquicos internos de la matriz social en la
que ocurrían. Sugería verlos en el contexto del grupo social y cultural,
revaluando los factores instintivos y sociales en las relaciones humanas
familiares y dar entonces a lo social su verdadera importancia, ubicando al
individuo dentro de la “matriz de su situación”, en su grupo primario familiar.
Ackerman propuso con su modo de ver, la
incorporación del contexto familiar para inteligir el pensamiento de
cada individuo
Una contribución muy
importante en este tema fue la de Antonio Ferreira con su estudio sobre los
mitos familiares.
Antonio Ferreira (!966)[39]
definió los mitos familiares como “una serie de creencias bien integradas
compartida por todos los miembros de la familia, concernientes a cada uno de
ellos y su posición mutua en la vida familiar, creencias que no son desmentidas
por los implicados en ella a pesar de la distorsión de la realidad que
obviamente implican”. Para Ferreira el mito familiar es un concepto que a nivel de la
estructura familiar equivaldría al de la fantasía inconsciente subyacente a los
trastornos egosintónicos de carácter.
En esa misma
línea se inscribe la “delineación” descripta por R. Shapiro (1975)[40].
Con este término, Shapiro, alude
al mandato narcisista que los padres ejercen sobre sus hijos.
Un aporte
muy interesante a este mismo punto fue el realizado por Ronald Laing (1964)[41]
con su memorable libro “Locura, cordura y familia”, en donde investigó la inteligibilidad de la
esquizofrenia en el contexto de las relaciones familiares, ésto tuvo una nueva
vuelta con su idea sobre la "mistificación" (1965)[42],
reelaborando la noción que había acuñado Karl Marx. Este artículo, junto con
otros, fueron recopilados por I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo en un libro que
hizo época “Intensive family
therapy” (1965)[43].
3-Nuevos términos
Al calor de las determinaciones
familiares sobre la enfermedad mental surgieron nociones como: chivo emisario,
portavoz, paciente designado o depositario, emergente familiar.
Para terminar con este breve
recorrido diría que asistimos a un movimiento en donde es cada vez mayor el
consenso que tienen en nuestra comprensión de lo psíquico, las relaciones entre
lo intrapsíquico, lo interpersonal y aun lo social en sentido extenso (P.
Aulagnier 1975; N. Abraham y M. Torok 1978[44];
H. Fainberg 1985; 1988, 1993[45];
R. Käes 1989[46]; Micheline
Enriquez, 1986; 1988[47]; I.
Berenstein 1990[48]; I.
Berenstein y J. Puget 1997[49].
4-La inclusión del vinculo, de la familia, en el psicoanálisis y en el
campo de la salud mental. Un nuevo paradigma
Este campo ampliado, que
incluye las relaciones dentro de lo conjunto, no sólo ha sido alcanzado por el
método - beneficiándose con él - sino que se ha mostrado también como una
excelente cantera desde la que han surgido interesantes reformulaciones y
complejos interrogantes al núcleo originario de la teoría. Diría que ha
organizado un nuevo paradigma.
5-La Consulta vincular: una nueva indicación, una nueva demanda
Se ha instalado, tanto desde la teoría, como desde el imaginario social una
nueva demanda, la consulta vincular, por lo que los vínculos determinan, por lo
que los vínculos instituyen en la subjetividad, por lo que se elabora en los vínculos, por lo que contienen los
vínculos, por el sufrimiento por lo que ocurre dentro de un vínculo, por lo que
sanan los vínculos, por lo que enferman los vínculos
Para intervenir como
psicoterapeutas en la clínica vincular y fundamentar la creación de
instrumentos para operar en ese campo, tenemos que considerar por lo menos tres
ejes.
1
- La diversidad de la familia.
La descripción que hagamos de la
pluralidad que hay, hoy en día, en las configuraciones vinculares tendría que
dar cuenta tanto de su complejidad, como de los cambios que han ocurrido en las
mismas en los últimos años.
2-
La multiplicidad y la sustantividad de la
indicación en la que se nos demanda intervenir en la clínica vincular.
3- La(s)
teoría(s) que tenemos sobre los cimientos metapsicológicos del conflicto
vincular.
Proponemos que en el cruce, en la
intersección de la complejidad
planteada por estos tres ejes, tenemos que pensar la clínica vincular.
Unas pocas palabras sobre cada
uno de ellos.
1-La diversidad de las familias en la sociedad actual.
La descripción que hacemos sobre
la diversidad que se da en las configuraciones familiares en la sociedad actual es la de un clínico que trabaja con
parejas y familias, con un marco de referencia psicoanalítico, en la consulta
privada y en el campo de la salud mental, tomando en cuenta la aceptación
social que tienen las distintas formas de concebir los vínculos y su inclusión
o no dentro del marco normativo/jurídico de la sociedad.
Sabemos que en la actualidad, en
esta parte del mundo, encontramos
una enorme diversidad en las configuraciones familiares. Pero también
tenemos que estar avisados que, si bien las familias han sido diferentes a lo
largo de la historia, cada sociedad ha tomado un modelo, y lo ha “naturalizado”. Cada época ha
concebido de un modo particular lo que considera “normal” y a poco andar esta
“normalidad” se la naturaliza y no se la considera solidaria con las
convenciones del momento, sino eterna; cada espacio territorial y tiempo, cada
época histórica y cada sociedad
fija estándares de normalidad y a partir de ellos edifica criterios
taxonómicos que supone “naturales”.
Para partir de algún lugar,
digamos que, aún con los sacudones sociales que se han sucedido, todavía las
formas de relación que se suponen “normales”, “naturales”, en el mundo
occidental son las propias de la
modernidad: la familia nuclear compuesta por las estipulaciones clásicas de la
estructura de parentesco: papá, mamá e hijos de esta pareja.
Sobre este telón de fondo,
respecto de la diversidad de las configuraciones familiares, en particular la diversidad de conformaciones
familiares actuales en Occidente, podemos diferenciar esquemáticamente:
1-1-La
familia moderna
Advirtamos que la familia moderna es una construcción
cultural reciente, es una producción social del siglo XX. Lo novedoso de esta
nueva institución es que se trata de una pareja y una familia que encuentra su
fundamento en la ilusión de un amor recíproco. Nos referimos a lo que
provocativamente llamó Denis de Rougemont[i] “un invento de Occidente”: una
pareja sustentada y nacida de la apasionada ilusión del amor
recíproco. Un elemento más a destacar es que se suponía que en esa “nueva
pareja” se articulaba el amor con la sexualidad.
La
constitución de la pareja que
funda la familia moderna, a diferencia de las formas previas, se
establece mediante la creación de un tejido imaginario que encuentra
su “materialidad” en el
enamoramiento, el que debe dar sustento a una compleja trama emocional. Esto
último es lo que sustantiva a la
pareja moderna, en la apoyatura en ese tejido radica lo novedoso que
caracteriza a este “invento de Occidente”.
Señalemos entonces - para encuadrar
el tema y fundamentar el inicio de este “nuevo modo” de constituir la pareja en
el siglo pasado basado en “el amor
recíproco” - que no siempre se amó del mismo modo.
El apasionado amor recíproco en
el seno de una pareja es un sentimiento que recién se empezó a concebir en el medioevo[ii],
posteriormente fue glorificado por el romanticismo en el siglo XIX[iii],
mientras todavía reinaba el matrimonio concertado, aunque - ese matrimonio
concertado - concitaba ya en esa
época una fuerte insatisfacción[iv].
Más tarde, el amor recíproco, en
el siglo XX, dio las bases emocionales a la pareja occidental forjándose una
generalizada realización social de este modo de vincularse después de la
primera guerra mundial[v].
También señalemos que la familia
moderna ha ido cambiando en las últimas décadas. A poco pensar, debiéramos
admitir que en los últimos años, la familia moderna se ha autonomizado cada vez
más de la familia extendida, conformando un conjunto cada vez más separado aunque todavía conserva
importantes relaciones tanto con los ascendentes como con los familiares de la
misma generación.
Es importante señalar que la
solución alcanzada por la pareja moderna no instituyó una forma definitiva. Con
el andar del siglo XX se exploraron nuevas formas de intercambio sexual y
pasional. Si bien podríamos coincidir que la pareja moderna es
un modelo aún existente, debiéramos
conceder que la pareja heterosexual estable vive más en el imaginario
social y cultural que en la realidad. Hoy en día, en los comienzos del
siglo XXI, esa pareja y la familia moderna, conviven con otros conjuntos
vinculares, las conformaciones familiares de la pos-modernidad[vi].
1-2-Las conformaciones familiares pos-modernas.
Las conformaciones familiares de la pos-modernidad han logrado reconocimiento social y una juridicidad
dentro del aparato legal del estado; las conformaciones familiares de la posmodernidad son una parte
importante de este mundo.
Una buena parte
de las familias actuales son familias ensambladas[vii]
(confluencia de diversas familias que se “ensamblan”), recomposiciones de las
familias preexistentes en una nueva con mis hijos, tus hijos y nuestros hijos.
Junto con ella, otras “nuevas conformaciones” también han logrado un lugar
dentro de los enunciados de fundamento de la cultura: además de las familias
ensambladas, conviven en nuestra sociedad las uniones de parejas del mismo
género, familias homoparentales, familias uniparentales, y
también los que “eligen vivir solos”.
Diferenciamos dentro de estas
“nuevas conformaciones” dos grupos:
1.
las que han logrado un lugar dentro de los enunciados de fundamento de
la cultura y que además cuentan con un “sostén narcisístico propio”, como el
que suelen tener, cuando lo tienen, las familias ensambladas, las uniones de
parejas del mismo género, los que “eligen vivir solos”, y
2.
las que, con formas parecidas o no, no lo han logrado. Me refiero a las
“conformaciones que no han conseguido”
un reconocimiento social, o que viven sus relaciones familiares como muy
deficitarias, muy insatisfactorias, ó no las pueden sostener.
Anticipamos que
cuando describamos los caracteres definitorios de las familias marginales,
incluiremos dentro de ellas a este segundo grupo de estas nuevas
configuraciones.
1-3-Las conformaciones familiares que responden a otros paradigmas
culturales.
En este grupo ubicamos las
configuraciones familiares que – generalmente por efecto de migraciones
- provienen de otros marcos
culturales, y por lo tanto se sustentan en otros enunciados de fundamento a los
acostumbrados en “nuestro mundo”. Estas, por cierto, plantean problemas
particulares cuando nos consultan. Sabemos que sólo teniendo conciencia de las
propias creencias y certezas, dadas por el entorno cultural en que vivimos, se
puede crear un espacio de escucha y reconocimiento de las necesidades
específicas y de la subjetividad particular de cada familia. Cuando somos
demandados por familias cuyos hábitos y costumbres son diferentes a los usuales
del grupo social al que pertenecemos esto, como es obvio, se pone de manifiesto
más crudamente.
Con las configuraciones que
responden a otros paradigmas culturales es aún más importante tener en
cuenta el valor siempre central que tienen las
creencias. Nos referimos en especial a las creencias en cada familia sobre como es la familia, tanto de las
personas que demandan atención, como las del profesional que las asiste. Toda familia tiene creencias propias sobre cómo “debe ser”
una familia, cómo “deben ser” las cosas, cuáles son los ejes axiológicos que
deben primar.
Tenemos que estar avisados que el
malentendido inevitable que tenemos con cualquier familia, está potenciado
cuando nos dirigimos a personas o familias que pertenecen a otro paradigma
cultural y sobre todo cuando suponemos
que con “lo mismo”, decimos “lo mismo”.
1-4- Las formas familiares marginales al sistema y al aparato jurídico
socialmente establecido.
Cada sociedad además de definir e
instituir lo que considera “normal”, “natural”, por acción o por omisión define
e instituye lo que no debiera ser, o lo que es marginal a la misma.
Las familias marginales existen
entonces, en los bordes de la sociedad organizada, y su sustantividad surge:
1- especialmente, pero no
únicamente, por efecto de la expulsión provocada por los crecientes niveles de
anomia social, por la pérdida del estado de bienestar, por la globalización,
por la migración.
Estas familias marginales, aunque
en oportunidades suelen tener formas de relación que tienen la apariencia de
las configuraciones familiares de la modernidad o de la posmodernidad, o intentos
no logrados de integración, no tienen
un lugar en la sociedad, ni cuentan en su seno con cimientos que den un
punto de apoyo para desenvolver sus conflictos y eventualmente elaborarlos.
2 –por la aparición de configuraciones que por
su forma son rechazadas por el consenso social, o por el orden jurídico. Estas otras familias son marginales
porque sus caracteres no guardan las formas habituales de las configuraciones
familiares conocidas y aceptadas por la sociedad.
Estas configuraciones, en especial
las primeras, suelen ser las que
consultan en las redes de atención primaria, aunque también podemos
encontrarlas en todas las clases sociales.
Como ven mi definición de
marginalidad parte de dos criterios un tanto heterogéneos, por un lado la imposibilidad
o el déficit de sostén (por razones de la misma familia o sociales) y por otro
porque esas configuraciones tienen
una modalidad de organización vincular que está fuera de lo previsto por
el establishment social.
En tanto lo que las define - desde
la taxonomía que estamos planteando - es por lo que no son, o por la falta en
ser, o por el rechazo que provocan en la sociedad, para referirnos a ellas las
describimos con viñetas para que por su efecto evocativo, constituyan una
categoría. Son en sí mismas una no categoría.
2-La indicación en la que se nos demanda intervenir.
En el campo vincular nos vemos
convocados a intervenir en dos
tipos de consultas:
1.
La consulta en la que se nos solicitan
indicaciones, prescripciones, consejos acerca del funcionamiento del conjunto
familiar.
2.
La consulta en la que se pretenden cambios por
la vía del insight de las
determinaciones inconscientes del conjunto vincular.
Esta
división, sabemos se diluye en nuestra práctica, sin embargo creo necesaria
mantenerla desde un punto de vista heurístico.
2-1-La consulta en la que se nos
solicitan indicaciones, prescripciones, consejos sobre el funcionamiento del
conjunto familiar.
Buena parte de la consulta
vincular está originada en una
demanda que no surge desde las familias o de los vínculos de pareja, sino desde
una indicación profesional o una
petición institucional que solicita una orientación, o la institucionalización
de un orden. En esa dirección, buscando estos objetivos, se suelen indicar
consultas vinculares por muy diferentes razones, lo que implica diferentes
dispositivos y diversos modos de intervención.
Un
problema a pensar en las indicaciones que describo en estos primeros apartados
es el eventual congelamiento del lugar
del “paciente designado” dentro de la familia. Pero, no despachemos
demasiado rápido esta cuestión, tiene muchas aristas a contemplar. En mi
opinión, una cosa es problematizar el
uso de estas entrevistas de orientación y otro es demonizarlas. Por un
lado, no podemos negar el alivio que a través de consejos, sugerencias,
indicaciones se puede lograr en
las condiciones de vida de las personas en situaciones familiares crónicas difícilmente movilizables.
Por otro, también es importante evaluar cuando, la mera indicación, que sólo
intenta administrar mejor, resulta ser cómplice de un statu quo, de un modo de organización del que surge un “chivo
expiatorio”. El problema no es fácil y a mi juicio hay que resolver caso por
caso. Si diría que cuestionar totalmente las entrevistas en las que se dan
indicaciones revela un desconocimiento de la complejidad del problema en el
campo de la salud mental y al
descartarlas se corre el riesgo de “tirar el agua sucia con el chico”. Tampoco,
sin bajarles el precio, hay que comprarlas desprevenidamente, sin estar
advertidos de lo que en ellas está implicado.
Con las
salvedades anteriores, sin intentar agotar el listado, corriendo el riesgo de hacer un ordenamiento que se parezca más a la
clasificación de los animales de Borges que a una sistematización, enumeraré
algunas de las indicaciones más frecuentes en las que se dan orientaciones.
Estas indicaciones presuponen particulares modos de intervención.
Se
suelen indicar entrevistas familiares:
2-1-1-Por parte de los
profesionales destinadas a orientar nuevos modos de funcionamiento familiar.
Las
intervenciones que se hacen en el contexto de estas entrevistas familiares
tienen por fin el esclarecimiento que alude a alguna pauta de interacción, lo
que suele acompañarse con alguna sugerencia acerca de un cambio en el modo de
relacionarse o indicaciones acerca de cómo manejarse ante una cuestión
específica. Esta es la tarea que habitualmente tienen, cuando hacen entrevistas
familiares, los asistentes sociales, los profesionales de la educación, los
profesionales de los servicios de salud en general, o en el específico campo de la salud mental, en
las múltiples redes de prevención primaria, pero también es una indicación que
debiéramos tener presente en la consulta psicoanalítica.
En
estas entrevistas de orientación ocupan un lugar relevante las que se hacen en
las familias con niños.
2-1-2-con familias donde alguno
de los miembros padece alguna enfermedad crónica, o alguna minusvalía.
Es
habitual que se realicen entrevistas familiares para la mejor administración
por parte de la familia de su relación con un integrante de la misma que padece
una minusvalía o alguna enfermedad crónica. Las intervenciones en estas
ocasiones suelen ser directivas o informativas acerca de:
·
la enfermedad que esa persona padece,
·
la anticipación de pródromos para su adecuado
gobierno,
·
la eventual administración de las crisis que
se pueden eventualmente plantear,
·
el manejo de la ansiedad que trae tener dentro
de la familia un miembro con una enfermedad crónica o incurable, con el que hay
que convivir de por vida.
Son
usuales, a esos efectos, las entrevistas con familias que tienen en su seno
pacientes diabéticos, con enfermedad fibroquística, asmáticos, enfermedades neurológicas, etc.
Estas
entrevistas se suelen realizar en el seno de fundaciones o asociaciones, en las
que además los familiares de estos pacientes interactúan con otras personas que
tienen familiares con similares dolencias.
Las
intervenciones tienen por fin contener la ansiedad y las emociones, en
particular la culpa, la vergüenza o el rechazo que estas situaciones suscitan,
y a la vez dar indicaciones o sugerencias sobre como manejarse. El profesional
se coloca en la situación de dador, instituyente y garante de un orden.
2-1-3-con familias en las que hay
un miembro con alguna adicción.
Como
parte del tratamiento de las adicciones son usuales los abordajes familiares.
Han sido relativamente pioneros en este tipo de intervenciones las que han
venido realizando Alcohólicos Anónimos. Sobre ese modelo se han armado multiplicidad
de instituciones, en las que se realizan abordajes familiares.
2-1-4- en el intento de
resocialización de pacientes psicóticos crónicos.
La utilización de entrevistas
familiares es canóniga en la resocialización de pacientes psicóticos, en
particular de esquizofrénicos y maníaco depresivos crónicos. Se ha afianzado,
en estos últimos cincuenta años, la pertinencia en suponer, que el trabajo
sobre los modos de interacción familiar
estaba indisolublemente asociado a la posible resocialización de los enfermos
mentales crónicos. Sin duda la familia juega un papel relevante para todo plan
de desmanicomialización, en ella es donde se puede encontrar sostén y un lugar
para una eventual reinserción
social.
Cabe para este tipo de
entrevistas los reparos que hice al comienzo, pero no podemos negar ni su uso,
ni su utilidad.
2-1-5-con familias por indicación
judicial, ya sea por la comisión de un delito, o por una indicación que parte
de las redes de prevención primaria.
*******************************
Estas
entrevistas familiares suelen estar centradas en un miembro en particular, en
los padecimientos que él tiene, en los padecimientos que ocasiona a su entorno
familiar, lo que su existencia
condiciona, promueve, inhibe, trastorna, y lo que su entorno, ya sea por
ignorancia, o por otra razón complica aún más la convivencia con él e incluso
entorpece el curso mismo de la enfermedad.
En
estas intervenciones operamos directivamente, indicamos, aconsejamos,
organizamos, damos herramientas para que dentro de la modalidad que tienen
puedan administrar la vida familiar
del mejor modo para todos. Es importante estar atentos a que nuestra
intervención es desde un rol de autoridad y que buena parte de su eficacia
depende de encarnar ese rol.
No es fácil alternar técnicamente,
las anteriores intervenciones con aquellas destinadas a dar cuenta de la
interacción entre el síntoma y la estructura familiar, intervenciones que exploran cómo determina el conjunto la
aparición de ese síntoma y además como el paciente sintomático refuerza el modo
de funcionamiento familiar.
Una digresión, a modo de ejemplo,
para dar cuenta de la interacción entre el síntoma y la estructura familiar, en
el campo del abordaje de la psicosis se ha acumulado un enorme saber acerca de
la relación y mutua implicación entre la psicosis y la familia[viii].
3- La(s) teoría(s)
que tenemos sobre los cimientos metapsicológicos del conflicto vincular.
Para
hablar sobre este tema voy a plantear algunas reflexiones en torno a la
consulta en la que se pretenden cambios por la vía del insight de las determinaciones inconscientes del conjunto vincular.
Aunque
en mi práctica, con frecuencia paso de un modo a otro, diferencio desde un
punta vista teórico, heurístico, las anteriores intervenciones de las que
hago cuando abordo con interpretaciones destinadas a develar las determinaciones
inconscientes que los instituyen por estar insertos en un conjunto vincular, en
una familia o en una pareja, las determinaciones dadas por las creencias
inconscientes en las que participan como conjunto.
Al
plantear esta distinción entre estas dos modalidades de intervención no quiero,
ni renunciar a la especial
prerrogativa que le otorgo a la interpretación, ni esquivar la complejidad del
problema ¿A qué me refiero con esto? Si bien desde mí perspectiva la
intervención psicoanalítica privilegiada en el campo vincular es la
interpretación, no es el único modo en que como psicoanalista participo. Para
poder “interpretar” necesito que haya un conjunto familiar con un basamento -
narcisista - que lo sostenga, que me demande este tipo de intervención y que
haya un contexto que lo permita.
Examinemos
cada una de estas cuestiones.
Cuando
señalo que importa que haya un conjunto
familiar con un basamento narcisista que lo sostenga, me estoy deslizando
al tercer eje que les dije que hay que contemplar, el que hace a los cimientos
metapsicológicos de los conjuntos vinculares.
También
he sugerido que es importante que la demanda de atención familiar provenga de
la preocupación que tienen por su modo de funcionamiento; que busquen en la
consulta vincular un saber sobre cómo son ellos como conjunto. He agregado que
además de que esto sea lo demandado, necesito que haya un contexto que permita
el despliegue de esa demanda.
Esto me
lleva a tener que matizar el lugar de la interpretación ya que si bien sabemos
que nuestro dispositivo es especialmente apto para los casos en que hay una
demanda de atención por lo que ocurre en los vínculos, esta no es la consulta
habitual. Sobre la especificidad de la
demanda y sobre el contexto en que esta se nos presenta, me extendí cuando discutí la cuestión
de la indicación.
Esto es
muy complejo y no tenemos que rebajarle su complejidad. Convengamos que no es
un problema menor, cómo categorizamos sí
“hay una familia”, sí “existe una demanda”, si “existe un contexto que
lo permita”.
En tren
de de darle mayor espesor al problema entonces voy a hablarles ahora del tercer eje que les he propuesto, una distinción
metapsicológica sobre las familias, pero antes sucintamente enunciaré algunas ideas esquemáticas acerca de
la constitución del vínculo.
4-Algunas ideas acerca de
cómo se constituye el vínculo, acerca de cómo nacen las instituciones
familiares
Pese a las evidentes
continuidades familiares, de tradiciones, de apellidos, económicas etc., hay
una discontinuidad fundante desde el siglo pasado en las familias de nuestra
cultura. Ya dije que en nuestro tiempo y en nuestro espacio geográfico, a
diferencia de lo que ocurría previamente, las familias se fundan, son instituciones que nacen.
Si
bien sabemos que la familia nuclear está pautada por una legalidad
transubjetiva ‑ en última instancia por la cultura ‑ y se
constituye sobre la base de reediciones de prototipos infantiles, es necesario
para constituir un basamento narcisístico común renunciar a las certezas
identificatorias dadas por la pertenencia a la familia de origen.
El
nuevo orden intersubjetivo que se instala supone entonces un nuevo momento de
constitución narcisística que los instituye como sujetos del vínculo,
cambiando los sistemas de lealtades,
dando comienzo de una nueva
historia. Para enfatizarlo, parafraseando a Freud podemos decir que a este
nuevo momento de constitución narcisista que se instituye al crear un
vínculo, lo consideramos como un
"nuevo, nuevo acto psíquico", en tanto suponemos que cumple una
función similar en ese nuevo conjunto vincular a la que en su momento cumplió
el “nuevo acto psíquico”, al instituir el Yo en cada uno.
4-1-Las familias se fundan y al fundarse instituyen un imaginario común,
que tiene como premisa que los integrantes tengan la ilusión de tener la misma
ilusión.
Cuando enuncio la concepción que
dice “que las familias se fundan”
en ese “nuevo, nuevo acto psíquico”, incluyo a este proceso como explicativo del mítico, pero estructurante
“origen”, tanto de las familias modernas como de las posmodernas.
Lo que ocurre en esa “fundación
de la familia”, por lo que se verá, hace, desde mi perspectiva, al sostén
narcisista de las mismas. Lo que llamo la fundación de una familia no alude a
ningún marco formal ni se trata de un momento puntual. Este “nuevo, nuevo acto
psíquico”, en mi perspectiva, es un complejo proceso simbólico y emocional, con
un punto de partida en el enamoramiento,
en el que, sobre la premisa de tener
la ilusión de tener la misma ilusión, da las bases para instituir un
imaginario vincular que se lo supone común para los que lo integran.
4-2-Ese imaginario común hace al zócalo narcisista de la familia
El imaginario común instituido
sobre la premisa tener la ilusión de
tener la misma ilusión, organiza la ilusión de un imaginario en el que se
elimina lo no compartido. Este imaginario, dador de pertenencia, es el zócalo narcisista que otorga la
condición de posibilidad para la constitución de lo conjunto, para la fundación
de lo conjunto. En esa argamasa, la
ilusión de tener la misma ilusión,
se instituye, se construye el mito de origen de ese conjunto vincular,
que adquirirá, si el vínculo sigue, el carácter de convicción.
4-3-De ese imaginario parte la “función dogmática”
Esta construcción instituye a los
miembros de ese conjunto, quienes comienzan “una historia” a la que se
pertenece y con la que se guarda solidaridad. Al crear estos fundamentos de la
pertenencia se ponen en marcha distintas funciones. Me interesa, a los efectos
de esta comunicación, destacar una: la formulación de los fundamentos que
regirán el nuevo vínculo, a la que
llamó función dogmática”.
4-4-Fundación de una familia: dos procesos
4-5-Narcisismo e ideal del yo. Constitución narcisista del vínculo e
ideales familiares
La función dogmática instituye
los enunciados de fundamento de ese conjunto, del que emergerán los ejes
axiológicos del mismo. Estos fundamentos sólo en parte serán explícitos, y su
carácter dogmático –destinado luego a ser relativizado- son
imprescindibles para el necesario corte que hay que hacer con las familias de
origen para que una nueva familia “advenga”.
De modo análogo, a como en cada
sujeto el ideal del yo hereda el narcisismo, y el narcisismo es necesario para
constituir un sistema de ideales que instituirá al sujeto como humano, pari passu el naufragio de la
idealización inicial de tener la ilusión de tener la misma ilusión – como
en el enamoramiento - precipita su carga narcisista sobre los ideales
familiares que, como orden, reglas, proyectos, etc., pasan a regir como
paradigma, como dogma el presente y el futuro familiar.
4-6-La familia funda un nuevo
contexto de significación
Otro
notable efecto de la institucionalización de un naciente conjunto vincular,
cuando es conseguido, es una nueva organización simbólica que se plasma en la
creación de un nuevo contexto de significación para sus miembros. Se organiza
así un nuevo sistema de referencia que da condiciones de posibilidad para que
las palabras adquieran en ese vínculo la cualidad de significantes. Cuando eso
ocurre, ese nuevo contexto de significación creado, consiente relativizar los
significados individuales. Este logro simbólico es el que permite concebir que
ese orden familiar es uno sólo de los órdenes posibles. Esto no siempre se
logra.
4-7-Los modelos de intervención
Mis modelos para comprender lo
vincular tienen una fuerte
referencia en los míticos modos en que se constituyó lo conjunto, en tanto
supongo que da las bases del zócalo narcisista del vínculo, del mito fundador y
de la constitución de la organización simbólica en el conjunto vincular.
5-Una distinción metapsicológica sobre las familias
Diría entonces, para empezar con
este tercer eje, que distingo desde las anteriores premisas:
5-1-Familias que en su constitución están signadas por el déficit de un zócalo narcisista.
Estas familias sufren por una falla en la constitución y/o mantenimiento
de una ilusión que de fundamento de pertenencia a ese conjunto.
5-2-Las que lo han constituido, y en consecuencia han instituido una
ilusión que les da pertenencia a un conjunto pero no han podido crear - mediante el logro
simbólico que implica la creación de un nuevo contexto de significación - las
condiciones para la admisión de un
orden exterior a esa familia, o si lo conciben es un orden que se opone a su
existencia.
Diré que estas familias sufren por
un instituido absoluto, del que
resultan enunciados de fundamento de lo conjunto no relativizables.
5-3-Las que lo han constituido, y además pueden en su seno concebir un
nuevo contexto de significación.
Estas familias sufren por por no
poder sostener la ilusión fundante, lo que las lleva a peculiares modos de procesar la desilusión.
Por
cierto este intento nosográfico tiene, como
toda nosografía, el inevitable defecto de unificar disparidades, y a la vez
corre el riesgo de caer en generalizaciones que no dan cuenta de la
singularidad de cada familia. Sin embargo, por ahora me sirve para mapear mi clínica.
Para fundamentar la distinción que propongo entre estos
diferentes subgrupos, a los
efectos de esta comunicación, en lugar de extenderme en referencias
metapsicológicas les relataré algunas crónicas de la clínica con la que nos encontramos, en particular la
que a mi juicio se da en los tramos iniciales de la consulta vincular para, a
partir de ellas, ilustrar la sustantividad en la constitución mítica de cada
una de ellas.
6-Algunos cuestiones en las aperturas de la consulta vincular
En la consulta vincular, en las entrevistas inaugurales - del mismo
modo en que lo hago en cualquier consulta - intento demarcar un campo, instalar
un territorio en el que pueda
escuchar y operar, un
encuadre que me aporte un marco de referencia.
Partiré de una generalización que supongo compartimos. Convengamos que
en los iniciales y tentativos movimientos que damos para recortar un
territorio, para instalar un encuadre, establecemos quienes somos y quien nos
demanda atención. A la par recogemos indicios para fijar cuál va a ser el tipo
de relación que vamos a proponer. En este punto es importante estar advertidos
que ni en el psicoanálisis, ni en otro campo todo el encuadre es explicitado.
En cualquier encuadre hay una suma de implícitos dados por los elementos
sociales convencionales, por los usos culturales que también forman parte del
encuadre; todo encuadre tiene el medio social como meta-encuadre. Tenemos
que estar advertidos del valor instrumental del encuadre en psicoanálisis. El
encuadre, en parte está hecho para que pueda no cumplirse, para que los
pacientes lo alteren y de allí partirán buena parte de nuestras presunciones[ix].
Me estoy deteniendo en estas obviedades para cualquier psicoanalista, porque
quiero mostrarles qué datos busco en estos tramos iniciales.
Redundando,
en la primera consulta vincular mi encuadre está al servicio de recoger
indicios para decidir que voy a seguir haciendo. Son para mí importantes los comienzos; le doy importancia al
modo en que empieza una primera entrevista. De estos comienzos partirán algunos
de las suposiciones para decidir cómo intervenir, cómo seguir.
Comenzada la consulta, así como en una partida de ajedrez la apertura
prefigura, al menos en parte, como se va a desarrollar la partida, también la
apertura que haga este conjunto vincular prefigura que curso va a tomar la
consulta. Es también importante el movimiento de apertura con que abrimos el
juego; la consigna que demos, debe ser lo suficientemente amplia y neutra para
que de lugar a escuchar de qué nos hablan, por que nos vienen a ver. Por
ejemplo les
pido que me cuenten por que me han venido a ver. Con esa consigna les estoy pidiendo, les estoy
metacomunicando a los miembros de ese conjunto vincular que hablen y les informo que son ellos
los que tienen que contar.
Convengamos que
esta consigna implica ó da por
supuesto que los que han venido tienen algo que contar o tienen alguna
expectativa de ayuda psicológica. Suele ocurrir que ante nuestra consigna nos topemos con un conjunto vincular
caótico y disgregado, o nos digan, no se,
o, a nosotros nos mandó el
pediatra, el médico clínico, el colegio, el juez, etc. Cuando obtenemos
este tipo de respuestas en la apertura se suele requerir otro tipo de
intervención para construir una consulta psicológica, o para instituir
un sostén narcisista cuando este es especialmente deficitario.
6-1-La clínica de las familias sin sostén narcisista
Dos palabras, sobre las familias
que no han podido constituir ese zócalo narcisista. Me estoy refiriendo a las
configuraciones que nos plantean en la consulta problemas urgentes, no se
sostienen, no se autosostienen, no
tienen un marco social, económico o emocional para procesar los
conflictos familiares habituales.
No se trata con estas
configuraciones familiares de la “inconsistencia” que tiene toda familia, que
toda familia debe procesar. En estas familias campea una inconsistencia tan
radical que no pueden contener ni tramitar las emociones que en ellas tienen
lugar.
Algunas de estas familias reúnen
las características para ser llamadas una familia moderna o ensamblada, sin
embargo es importante adjetivar esta definición, relativizarla, ya que en estas
familias, además de moderna o ensamblada, le pasan algunas otras cosas más. En
principio, más allá de su apariencia, no parecen tener demasiada estructura
propia. Digo esto por la notable inestabilidad de sus vínculos, la precariedad
a la hora sostener a los hijos, no
pueden retenerlos, ni se pueden responsabilizar por su destino. Convengamos que
ninguna familia deja de tener alguna estructura sobre la que trabajar, lo que
estoy enfatizando, es la
existencia de grupos familiares que tienen tal pobreza en su sostén que no son
capaces, al menos de inicio de tolerar la sobrecarga de sus emociones.
Con estas familias es necesario
intervenir para que tengan lugar
procesos que implican no
sólo volver a ponerlos en relación, sino también crear condiciones para que
entre ellos puedan encausar un vínculo que está amenazado de colapsar. En estas
familias suele campear una
inconsistencia tan radical que no pueden contener ni tramitar las emociones que
en ellas tienen lugar.
Las intervenciones suelen estar
destinadas para el logro de algún tipo de “revinculación familiar”. No hay que
perder de vista que estas familias son “insuficientes”, o “incontinentes” a la
hora de contener o contenerse
Una cuestión más. Un problema a
dirimir con estas familias es si la cuestión no es de otro orden, ya que
“insuficiente”, o “incontinente”, tienen como trasfondo la ilusión que
querrían serlo y no pueden, cuando,
una posibilidad es que no quieran,
no deseen la existencia de la familia como tal o la presencia de uno de sus
miembros.
Estas familias sufren por la ausencia, la falla o el deficit de una
ilusión que de fundamento de pertenencia a ese conjunto.
6-2-La clínica de las familias que cuentan con ese sostén.
Cuando, en cambio, con los
indicios iniciales suponemos que la familia que nos consulta cuenta con ese
sostén, se nos plantea a partir de que datos vamos a establecer consideraciones que nos den una dirección
para intervenir.
Cómo dije, en cualquier
entrevista familiar resultan importantes los intentos iniciales de los miembros
de ese conjunto familiar por delimitar un tema: quién lo realiza y su éxito en
conseguirlo, quién fija la agenda y los modos de desplegarla. ¿Cómo nos
incorporan en esa narrativa?
A poco andar de cualquier entrevista el analista suele ser invitado a
participar en el diálogo. No es un tema menor que no se sienta invitado. En
esta invitación a participar, explícita o implícita, es importante advertir si
dan cuenta que el analista no ha formado parte de la vida de ellos, si denotan que no está informado de lo
que les ha pasado. Los modos de
incluirlo prefiguran diferentes caracterizaciones clínicas y a su vez hacen
aconsejables diferentes modos de intervenir.
6-2-1-Las aperturas en la consulta vincular con
las familias que han constituido ese campo ilusorio a la hora de instituirlos como
conjunto, pero…, tienen dificultades a la
hora de pensar un orden ajeno al de ellas.
De modo esquemático diría que podemos distinguir algunas de estas
modalidades de apertura por parte de
algunos conjuntos familiares que, teniendo un sostén narcisístico,
tienen dificultades a la hora de pensar un orden ajeno al de ellas:
a-En algunas oportunidades nos percibimos englobados
dentro del modo de pensar -y de ser- de la familia que observamos, a la que
vemos manejarse en la consulta (y debiéramos decir, también, en nuestro espacio
mental) como si fuese el suyo. No percibimos indicios de que se planteen alguna
pregunta respecto de nuestros hábitos y costumbres, ni sobre los modos de
relación más aptos desde el punto de vista del analista. Diríamos que no
parecen concebir diferencias ni un mundo distinto del de ellos.
En estas
familias todo suele estar bajo un
orden que está regido por una mirada – generalmente una madre - que todo lo sabe; con ellas
corremos el riesgo de quedar englobados en un discurso y un modo de
pensar para el cual no hay un otro sentido ni otros puntos de vista posibles.
Todos los miembros, y especialmente la familia en conjunto, son parte de un
orden en el que un nuevo sentido es vivido como enloquecedor, corriendo el
profesional el riesgo si lo enuncia de ser expulsado.
Llamo familias
sagradas a las familias que nos proponen este tipo de relación.
b- En otras oportunidades, nos encontramos con familias
que si bien nos perciben diferentes a ellos, se sienten cuestionadas por
nuestras modalidades o por nuestras intervenciones, que nos escuchan como
alguien que da opiniones y nos
responden entonces prestando acuerdo o desacuerdo. Podríamos decir que somos
para ellos una especie de representantes de un cierto dogma frente al que se
posicionan como feligreses u opositores.
En estas familias las intervenciones son escuchadas como versiones que se oponen a la que
traen los miembros de la familia. En tanto la nueva versión es considerada como
tratando de aniquilar a la que conciben como “verdadera” entran en una relación
de sumisión u oposición que transforma el diálogo que se establece entre el
profesional y la familia, a lo sumo, en una discusión.
A raíz del tipo de transferencia que nos proponen las
hemos llamado familias dogmáticas. En las dogmáticas suele
sobresalir un padre tiránico.
c- Con otras familias se le impone al
analista la vivencia
contratransferencial de angustia frente a la desprotección por la falta de
normas, lo que puede inducir a que el analista proponga regulaciones. Estas familias se instalan dentro de
nuestro encuadre pasivamente a la espera de un orden siempre por llegar, un
Mesías que podrá erradicar todos los males. El presente es caos, provisoriedad,
inseguridad y confusión, aunque es presentado con frecuencia como promesa de
creatividad. Más que una familia son un conjunto, con pobreza de normas, porque
el orden llegará después. No se sostienen con claridad las diferencias
generacionales; los padres no son antecesores de los hijos porque se siente que
estos últimos están en el origen. Con frecuencia suelen tener todos estilos
adolescentes que los uniforma.
Desconocido el pasado, viven en un
presente provisorio ya que sólo el futuro será pleno; como una exasperación de
la esperanza, del objeto que está por venir que los sancionará como familia.
Suelen consultar por dificultades
de aprendizaje o de socialización de los hijos. En la consulta se crea un campo
transferencial en el que esperan
que el terapeuta confirme la promesa que los sostiene o, lo que también es
común, que el psicoanálisis la encarne. Pueden instalarse entonces en un
tratamiento, o en muchos para cada uno de los miembros, porque el psicoanálisis
proveerá.
Sin embargo tenemos que tener en
cuenta que en estas familias como
todo puede ser discutido y cuestionado, pronto percibiremos que ninguna
autoridad presente es válida y toda intervención que propongamos será
descalificada o no tomada en cuenta.
La constitución parece invertida,
los hijos convertirán a los padres en esposos, la filiación fundará la alianza.
La alianza entonces, es un lugar vacante, concebido como espacio diferenciado
pero no llenado en el presente. Se reniega de las familias de origen mientras
se está a la espera de un sentido que será el que los confirmará.
Propongo llamar a estas familias, Familias Mesiánicas, por el lugar central del lugar del
hijo. No necesariamente en los hijos presentes, sino incluso en alguno por
llegar o en las producciones futuras de los que están.
Englobo a las anteriores
familias, como conjuntos familiares con dificultades en su constitución
narcisista, son las que padecen por lo que las categorizo como familias con patología de la ilusión.
Este grupo de familias tienen
alguna dificultad en la constitución de ese campo ilusorio a la hora de
instituirlos como conjunto. Es evidente que lo han constituido pero este orden
es “un absoluto” que no permite concebir un orden ajeno al de ellos como lo
describí en las familias sagradas o mesiánicas, o son parte de una cruzada
donde todo lo exterior es un enemigo como en las dogmáticas.
6-2-1-1-Un interludio teórico volviendo a algunos textos clásicos sobre
el tema de las familias que tienen
“patología de la ilusión”.
Me resultan evocativos para
comprender lo que ocurre en esta clínica algunos trabajos clásicos como los de
Lidz, Wynne, Laing, etc.
Recordemos por ejemplo que Lidz
(1957)[x]
planteaba sobre como se transmitía y se instituía la irracionalidad que “la delimitación que hacen los padres del
medio y su percepción de los hechos destinada a satisfacer sus necesidades,
traen como resultado una atmósfera familiar enrarecida a la que los niños deben
adecuarse para satisfacer esa necesidad dominante, o bien sentirse rechazados.
A menudo los niños tienen que renunciar por completo a sus propias necesidades
para apoyar las defensas del progenitor que necesitan. Viven en una suerte de
lecho de Procusto en el que los hechos se distorsionan para adecuarlos al
molde. El mundo que el niño debería llegar a percibir o sentir queda negado.
Sus conceptualizaciones del medio no sirven para proporcionar comprensión y
dominio de los hechos, los sentimientos o las personas, ni están de acuerdo con
lo que experimentan los miembros de otras familias. Los hechos se alteran de
continuo para adecuarlos a necesidades que están emocionalmente determinadas.
La aceptación de experiencias mutuamente contradictorias exige un pensamiento
paralógico; el medio los adiestra en la irracionalidad”.
En esa línea, para explicar estos
fenómenos, también valoro lo dicho por Lyman Wynne (1957)[xi]
cuando afirmaba que “en la pseudomutualidad la participación
emocional apunta más a mantener el sentido del cumplimiento de las expectativas recíprocas que a
percibir acertadamente las expectativas cambiantes... La pseudomutualidad
implica un dilema característico:
la divergencia se percibe como un factor de desquiciamiento de la relación, por
lo cual es necesaria evitarla pero, si se la evita, la relación no puede
crecer. Dice más adelante en este mismo artículo que “dentro de las familias que más tarde desarrollan episodios
esquizofrénicos agudos, las relaciones que se reconocen abiertamente como
aceptables exhiben una cualidad de pseudo-mutualidad intensa y perdurable”.
También me resulta ilustrativo
para comprender esta clínica lo escrito por Laing (1964)[xii]
con su memorable libro “Locura, cordura y familia”, en donde investigó la inteligibilidad de la
esquizofrenia en el contexto de las relaciones familiares, y la nueva vuelta
con su idea sobre la "mistificación"
(1965)[xiii],
reelaborando la noción de Karl Marx.
Resaltaría que todos estos
modelos, aluden a la creación de la
imposibilidad de concebir la ajenidad en el seno de la familia.
6-2-1-2- ¿Cómo intervenir en estas configuraciones?
Me resulta importante decir que
las anteriores caracterizaciones, son sólo modelizaciones extremas y en ningún
caso encontramos una total solidificación de estas modalidades vinculares.
Siempre hay alguna fisura, y en ese sentido nuestras intervenciones deben
apuntar a descubrir esa fisura y poder instituir un lugar diferenciado para
nosotros como analistas. Nuestras intervenciones iniciales, deben apuntan a
instituirlo. Sólo luego de
constituirlo, y esto puede llevar mucho tiempo, se podrá desplegar una demanda
de análisis.
6-3-Familias que lograda una constitución narcisista tienen dificultades
con la desilusión.
Cuando en los vínculos cuentan con
un basamento narcisista, con condiciones sociales y económicas, y el problema
está centrado en el sufrimiento por el tratamiento que hacen de la desilusión,
es cuando nuestro instrumento es
más eficaz.
Las dificultades para
tramitar la desilusión en los
vínculos familiares, tienen diversos destinos. Ante la desilusión en las
familias solemos asistir a escaladas de violencia, señal de que algo
intolerable deja de poder ser procesado como pensamiento; escuchamos que se
incluyen alusiones a distanciamiento y a pérdida de complejidad emocional en el
vínculo. El mito del Edén, según el cual fuimos expulsados del paraíso por
cometer el pecado original, es una creación social que da forma a esa creencia.
Algún uso de la teoría del trauma entre los psicoanalistas, a mi juicio tiene
un sentido similar. De modo esquemático se pueden dibujar los siguientes destinos dentro del vínculo para
tramitar la desilusión
1-el intento de recomponer la situación inicial.
Lo que mejor expresa
esto, es la clínica del reproche.
En el reproche se reclama ante algo que frustra o priva, afirmando que
hay una causa o un responsable para que lo negativo se produzca. Para el
reproche no hay azar, ni algo inefable; le da un sentido pleno a la ausencia de
sentido desplegándose una causalidad que explica lo que no debió ocurrir.
La lógica del reproche está originada en un error o maldad ajena o
propia, tomando en este último caso la forma del autorreproche. Suele centrarse en el malentendido dado
por la disyunción entre atribución e interpretación, intentando el
aniquilamiento de una de las versiones (puede ser la propia en el
autorreproche). Dentro del reproche hay una dificultad de imaginar una
terceridad o un espacio ajeno, autónomo al vínculo, no concibiéndose la
existencia de algo irreductiblemente incognoscible o inasimilable del otro. Se
intenta a través del reproche reinstalar las míticas condiciones iniciales, que
suele tomar la forma que conocemos como la polarización sadomasoquista; en
ocasiones vemos en un vínculo en el que predomina el reproche, una
configuración similar a la de un
grupo dominado por el supuesto básico de lucha y fuga.
2-La pérdida de complejidad vincular.
Es la expresión del fracaso en un
vínculo para convivir con un mundo relacional impregnado por sentimientos, el
vacío emocional que reemplaza la emoción ante la desilusión. Corresponde al
intento de solución frente al dolor psíquico por vía de la pérdida de
complejidad vincular. La trivialización dentro del vínculo es una de sus
consecuencias. El correlato individual lo podemos encontrar quizás en el cinismo, el retraimiento narcisista.
6-3-1-No hay una esencial distinción metapsicológica en cuanto a su
fundamento narcisista entre las familias modernas y las posmodernas.
Por lo que ya anticipé, respecto
de esta distinción metapsicológica - familias que han logrado una constitución
narcisista aceptable, y que tienen dificultades con la desilusión- a la hora de intervenir, no hago
diferencias entre las familias modernas y las posmodernas. Más aún diría que
con las configuraciones de la posmodernidad, que cumplen con estos requisitos,
no necesito un radical cambio teórico al que he propuesto para las formas
familiares de la modernidad, ni para comprenderlas, ni para operar con ellas.
Sí creo que es necesario dar cuenta de algunas cuestiones adicionales (ver
comentario en nota final[xiv]).
6-3-2-Acerca de lugares de la familia y del
analista
En estas
últimas familias – las que han logrado una constitución narcisista aceptable, y que tienen
dificultades con la desilusión -, en la
apertura en la consulta, no sólo nos ubican como diferentes a ellos, sino que
colaboran en instituir una asimetría de posiciones entre ellos y nosotros. Estoy diciendo que es un buen indicio que nos
reconozcan como ajenos a la vida familiar, que no sepamos acerca de su vida,
que no sepamos de ellos antes de que nos cuenten.
En este ya largo texto, querría mostrar para terminar, a través de un
material clínico, algunas cuestiones que se nos plantean en la clínica con
estas configuraciones respecto del modo en que se despliega el procesamiento
de la desilusión.
En estas
configuraciones vinculares el motivo usual de consulta es un malestar. Un malestar que
“no” es concebido como algo
que los ha acompañado en su vida, no es supuesto como inherente al vínculo, lo piensan como ectópico y suele
haber una discusión entre ellos sobre quién lo causó. Es habitual, que en el interior de un vínculo los integrantes suelan
suponer que, si el vínculo funciona bien, no debieran sufrir o tener conflictos;
el malestar suele ser concebido por los integrantes del vínculo como una
vicisitud antinatural, como una malformación, habitualmente asociada a una
teoría vincular que explica la aparición del mismo, una teoría apoyada en una
lógica binaria que dice que es el producto de algo que entre los dos o alguno
de ellos ha dañado, malformado, arruinado.
El
malestar suele surgir al ponerse en cuestión ante la percepción de que la
complementariedad que ellos sentían que habían tenido, estaba amenazada de colapsar.
Los aspectos organizados del vínculo se suelen estabilizar alrededor
de una regularidad de intercambios, un establishment,
que da orden y previsibilidad. El establishment vincular se condensa en
historias compartidas y de él surge lo que llamamos "seguridad"; de
esta seguridad deriva una de las fuentes del sentimiento de pertenencia.
Cada vínculo estable, y esta también tiene que lidiar en algún momento
con la desilusión: un malentendido, una falta, una ausencia, un estorbo, un
retardo, una interrupción por referencia a una ilusoria continuidad, identidad
o complementariedad entre ellos.
Esta desilusión suele ser vivida como un
derrumbe, creencia que encuentra
asidero en que si bien la desilusión en el vínculo es inevitable no se la concibe como parte de la relación, se
la vive como un fracaso, y en este
fracaso “se suele creer que se accede a una verdad” que estaba velada, perdiéndose la esperanza que el
otro sea fuente de una disposición
bondadosa. Se suele imaginar que se ha accedido a “la verdadera naturaleza del
otro”, a la mala naturaleza que había quedado oculta por un barniz que lo había
velado. Incluso se cree asistir a
un momento de la verdad: ahora si lo conozco. Tanto tiempo al lado de él (ó
ella) y no me había dado cuenta como era.
El malestar dado por la desilusión que les trae que la
ilusión de complementariedad conseguida por la supuesta conjunción no parece ahora resultar. Este
malestar puede eventualmente organizarse como un “conflicto vincular”. Estos “significantes” organizan la
oposición, el conflicto que ocasiona el malestar vincular”.
En virtud de los
presupuestos anteriores es presumible suponer que tienen una teoría, no
coincidente, que explica la
aparición y la responsabilidad para que ocurra ese malestar. Como parte de la
teoría - que seguramente tienen - hay lugares evitados: “el quejoso”, en tanto,
en ese vínculo, quien lo ocupa puede ser responsabilizado de originar el
“malestar”.
El malestar, entonces, además del sufrimiento
propio que conlleva estar en malos términos, está potenciado por esta creencia
- habitualmente presente en los integrantes del vínculo - que dice que el
malestar no debiera ser parte de la relación.
No es una tarea menor que los miembros del vínculo sientan al malestar
como inherente al vínculo. Concebirlo de este modo conlleva a admitir que ese
cuerpo extraño pertenece al vínculo y que ellos son responsables, por su
pertenencia que eso se produzca.
La intervención debe
ubicar el conflicto en el campo vincular desarraigándolo de la mente de cada uno, lugar en que era
puesto por las acusaciones mutuas;
se semantiza entonces al “malestar” por el que consultan, como “un malestar vincular”. En el pasaje de
“malestar” a “malestar vincular” se dan pasos en la construcción de “un nuevo contexto de significación”.
En las locuciones de Marcelo y Alejandra, luego de la interpretación,
hay un cambio respecto del modo de relación que tenían inicialmente. Ahora hay
una descripción que incluye cómo creen que participan en el vínculo, y en el
“malestar vincular”[xv]: qué lugar tienen en el vínculo, cómo significan las relaciones.
Describen una interacción entre ellos y a la vez esbozan las oposiciones que va
tomando el discurso sobre el
“malestar vincular”. Subrayo que la violencia,
que en este tramo de esta entrevista es verbalizada.
Destacaría - al salir de la lógica binaria
que caracteriza al reproche vincular– los cambios que se
produjeron en el discurso, usan “nosotros” y emplean además el significante
“clima” que, mas allá de la significación particular que tenga para ellos,
alude a una atmósfera que los envuelve a ambos. Supongo entonces que, en tanto
cambian de pronombre, y hablan de clima,
proponen “hipótesis vinculares”:
esto es como el modo de ser de cada uno es influido por el otro. En esta posibilidad
de concebir “hipótesis vinculares” está una de las llaves que saca a la
“pareja” del pantano de la violencia inmoderada al estilo de “La
guerra de los Roses”.
Una
digresión. A diferencia de lo que ocurre en esta entrevista, en el film “La
guerra de los Roses” - que ellos recuerdan – emergía por eficacia de una
lógica binaria un feroz pasaje del amor al odio. “La guerra de los Roses” tiene valor
evocativo, porque sus exabruptos, aunque no con ese nivel de violencia, no
suelen ser ajenos a la vida conyugal y familiar. Marcelo y Alejandra, también
“se odian”, pero a diferencia de “Los Roses” hablan y por momentos pueden pensar como entre ambos producen ese “clima de violencia”.
El analista describe
un “clima”, y las variaciones “climáticas” que se van dando, que se van
creando, que es lo que ellos van creando y qué están haciendo con ese clima.
Les dice, siguiendo con la metáfora del clima, que para evitar “la tormenta”,
para que “no se cree un anticiclón”, se alejan, que eligen que el vínculo tenga
menos complejidad para que sea mas calmo.
Es habitual en las parejas dan
explicaciones (hipótesis
vinculares) y estas remiten a “un origen”. Importa que
es lo que los miembros del vínculo definen como “origen”, no porque el origen
que dicen tener sea “verdadero”, sino porque su definición nos habla del modo
en que ellos piensan, hace al modo particular que ellos historizan el comienzo
del malestar:
Les pediría fijar la atención en como se estructura el “conflicto
vincular”. Para esta pareja tener cosas compartidas es un valor axiológico. En
virtud de este eje en esta pareja distanciarse trae sufrimiento y toma
valor la oposición
“compartido/distanciarse”. Ese eje explica el modo singular que toma el
“conflicto vincular” en ese vínculo. Un conflicto que tiene como telón de fondo
el anhelo de recuperar “el gozoso compartir
que los había unido”.
En casi todas las parejas, no se suele admitir que el fuego pasional se
aquiete, se anhela conservarlo. Perderlo es vivido dramáticamente. Ha sido un
tema reiterado en la literatura y en el cine intentar preservar la pasión sin
conflicto que se despierta en el enamoramiento. Ninguna pareja puede sostener lo que se cree haber tenido en el
enamoramiento, aunque todos anhelan conservarlo. La diferencia está dada por
como se procesa eso insostenible, la desilusión por no poder conservar la
ilusión de tener la misma ilusión. El modo
en que se suele intentar preservar en la pareja moderna la pasión del
enamoramiento es a través de “el proyecto”, en tanto con él se desplaza al futuro la ilusión de tener la misma ilusión
que los unió en el pasado.
El analista recoge en la interpretación la teoría que ellos han hecho
acerca de cómo el lío se causó. Incluye en esa “teoría causal vincular” la idea que “lío” es algo que vino a desarreglar
un orden previo y a la par enuncia la solución que proponen ante el “lío”:
volver a las fuentes, hacer un proyecto
en el que se reencuentren con los orígenes.
Con
el proyecto se intenta recurrir a los comienzos, para reinstalar el paraíso.
Pero, con el proyecto vino el infierno: “el desacuerdo”, “el malestar”.
Este
es el conflicto que hay que contener y analizar. El conflicto desnuda que en esa “ilusión de tener la
misma ilusión” hay un equívoco y desde él se construyen dos proyectos
heterogéneos. Tomar conciencia del mismo conduciría a lo que hemos llamado “estados vinculares”: el encuentro en el desencuentro, que
podría dar lugar a un nuevo proyecto que
los enamorara.
[1]
Este texto obtuvo el primer premio que otorgó la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapia (FEAP) en 2009 en el Primer Congreso de la FEAP en
San Sebastián, España
[2]
Este texto obtuvo el primer premio que otorgó la Federación Española de
Asociaciones de Psicoterapia (FEAP) en 2009 en el Primer Congreso de la FEAP en
San Sebastián, España
[3] La
Psiquiatría dinámica sería uno de los principales motores del desarrollo de la
psicoterapia en el siglo XX. Esta nueva psiquiatría - que se separaba del
pensar organicista previo signado por Kraepelin - hizo sus primeros pasos con
Bleuler cuando tomó en cuenta consideraciones dinámicas para comprender la
esquizofrenia, dando inicio a la llamada psiquiatría dinámica.
[4] En el mes de abril de 1657, el rey Luis XIV, mediante un edicto real
da las normativas para el establecimiento del Hospital General para el encierro
de los pobres, mendigos de la ciudad y de los alrededores de París. A estas
Casas de la Piedad irían a parar los “locos”, sin demasiada discriminación con
otros personajes a aislar de la sociedad (Michel Foucault, 1964, Historia de la
locura en la época clásica, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1992.
[5] Ibid
[6] Bion, en Inglaterra,
durante la segunda mundial, trabajó con grupos con soldados dañados
psíquicamente por la guerra. A partir de esta labor clínica conceptualizó lo
que él llamó “supuestos básicos” que operan en la mente de los individuos
cuando interactúan en un grupo. Estos “supuestos básicos” (“de ataque y fuga”,
“de pareja” y “espera mesiánica”), luego aparecen teorizados en su legendario
libro “Experiencias en grupos”.
[7] Maxwell Jones, comenzó en con “Las comunidades terapéuticas”,
considerando que era central la participación de los pacientes en la vida
comunitaria para su resocialización
psiquiatra inglés, pionero en los abordajes comunitarios, desarrolló un
programa durante la segunda guerra mundial para tratar a soldados que sufrían
de "síndrome del esfuerzo": un desorden psicosomático que fue
relacionado con la fatiga del combate. El acercamiento de Jones se centraba en
un ajuste al grupo que condujo al desarrollo de una "atmósfera del
grupo". Para lograr esto, Jones reordenó la sociedad del hospital y aplanó
la pirámide jerárquica tradicional de la autoridad para promover más
interacción entre los pacientes, las enfermeras, y los médicos. Jones desarrolló más tarde los conceptos de la
comunidad terapéutica en Gran Bretaña y
en los Estados Unidos.
[8] Ver F. Basaglia La
institución negada, 1968, Enaudi, publicada en 1970 por Barral
Editores
[9] Ver La presentación de la persona en la
vida cotidiana.
[10] William O´Brien fundó
la DAYTOP, la primera Comunidad
Terapéutica exclusiva para Adictos creada en Nueva York entre 1963 y 1964.
[11] Ver entre otros
Sociología de una revolución (1959), Era, Mexico, 1968; Los condenados de la
tierra (1961). Hay varias ediciones en español.
[12] Las Comunidades Terapéuticas para Drogodependientes (CTD)
llegaron a España en el año 1979. Entre 1979 y 1986 las CTD se convirtieron en
la opción más activa para el tratamiento de los adictos. (Domingo Comas Arnau
Comunidades terapéuticas en España,, situación actual y propuesta
funcional Septiembre 2006, www.ateneagrupogid.org)
[13] Pontalis, J.B.; "El pequeño grupo como objeto" en Después de Freud; Ed. Sudamericana; Buenos Aires; 1974.
[14] Ver ente otros Locura, cordura y familia
[15] La Conferencia Internacional sobre la Atención Primaria de Salud
(convocada por la OMS), reunida en Alma Ata, el día 12 de septiembre de 1978,
considerando la necesidad de una acción urgente por parte de todos los gobiernos,
de todo el personal de salud y de desarrollo y de la comunidad mundial para
proteger y promover la salud de todos los pueblos del mundo, hace la siguiente
declaración,… afirma en el punto V:
“La
atención primaria de salud es atención sanitaria esencial, basada en la
práctica, en la evidencia científica y en la metodología y la tecnología
socialmente aceptables, accesible universalmente a los individuos y las
familias en la comunidad (la cursiva es mía) a través de su completa
participación, y a un coste que la comunidad y el país lo puedan soportar, a
fin de mantener en cada nivel de su desarrollo, un espíritu de autodependencia
y autodeterminación. Forma una parte integral tanto del sistema sanitario del
país (del que es el eje central y el foco principal) como del total del
desarrollo social y económico de la comunidad. Es el primer nivel de contacto
de los individuos, las familias y las comunidades (la cursiva es mía) con el
sistema nacional de salud, acercando la atención sanitaria el máximo posible al
lugar donde las personas viven y trabajan, constituyendo el primer elemento del
proceso de atención sanitaria continuada”.
[16] S. Freud, 1915, Introducción al Narcisismo, Obras Completas, Tomo 14,
Amorrortu, Buenos Aires, 1987
[17] S. Freud, 1923, El Yo y el Ello, Obras Completas, Tomo 20, Amorrortu,
Buenos Aires, 1987
[18] M. Klein, 1932, Psicoanálisis de niños, Klein Melanie, The Writings of
Melanie Klein, Hogarth, London, 1975. También
en castellano Obras Completas, Paidos, Bs. As. 1980.
[19] Lacan, Jacques, 1938, La familia.
Ed. Axis. Buenos Aires 1975.
[20] Entre otros, Levi-Strauss, 1949,
Las estructuras elementales del parentesco, Paidos, México, 1987
[21]Harold Searles, 1965, Collected papers on
schizofrenia and related subjects, International Univertsities Press, New
Yotk
[22] Margaret Mahler, 1968, Simbiosis humana: las vicisitudes de la
individuación, Editorial Joaquin Mortiz, Mexico, 1972.
[23] Bleger, José, 1967, Simbiosis
y Ambigüedad. Estudio psicoanalítico, Paidos Bs. As.
[24] Winnicott (1953, Transitional objects and
transitional phenomena: A study of first not me possession. Int J. Of
Psicho-Anal. 34, 89-97; 1971, Playing and Reality. Basic Books, New York)
[25] Bion, W., 1962, Aprendiendo de la experiencia, Paidos, Bs. As.,1966.
[26] Aulagnier, P 1975, La violencia de la interpretación,
Amorrortu, Bs. As, 1977.
[27] Laplanche, Jean., 1979-1980, Problemáticas V, La
cubeta. Trascendencia de la transferencia, Amorrortu, Bs. As., 1990.
[28] -Lacan, J.,1964, Seminario Los cuatro conceptos fundamentales, Paidos, Barcelona, 1986.
[29] Ibid
[30] René Kaës, El
pacto denegativo, en Lo negativo, Amorrortu, Buenos Aires.
[31] René Kaës, El
pacto denegativo, en Lo negativo, Amorrortu, Buenos Aires.
[32]Nicolas Abraham
y María Torok,1978, L´ecorce et le noyau, Aubier Flamarion, Paris.
[33] Fromm-Reichmann Frieda,
1939, Transference problems in schizofrenics, Psychoanalytic Quaterly, vol 8,
N° 4.
-Fromm- Reichmann, Frieda, 1950, Principles of Intensive
Psychterapy, University of Chicago Press, Chicago; está traducido como
Principios de psicoterapia intensiva.
[34] Bateson, G., Jackson, D., Haley, J., y Weakland, J.,
1956, Hacia una teoría de la esquizofrenia, en Pasos hacia una ecología de la
mente de G. Bateson, Planeta-Carlos Lohle, Bs. As. 1991.
[35]Bertrand Russell propuso a comienzos de este siglo una solución lógica
a las dificultades que traían las paradojas. De su compleja formulación, que
fue llamada “teoría de los tipos lógicos”, sólo diremos en tanto atinente a la
comprensión del párrafo arriba enunciado, que según su formulación “las
paradojas de las clases”
desaparecen tan pronto se reconoce que una clase es de tipo más elevado
que los miembros de la clase. El doble vínculo anularía esta distinción, y a la
vez prohibiría su denuncia.
[36] Lidz, T., Cornelison, A., Carlson D.,y Fleck, S.,1957, Intrafamilial enviroment of
schizofrenic patients: the transmission
of irrationality, AMA,
Archives of neurology and Psychiatry, 79: 1958. también en castellano El medio
intrafamiliar del paciente esquizofrénico: transmisión de la irracionalidad, en
Sluzki, Interacción Familiar, Tiempo Contemporáneo, Bs As.
[37] Wynne, L., Ryckoff, Day y Hirsch,
Pseudomutuality in an the family relations of squizophrenia. Psychiatry, en I.
Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo, Intensive
family therapy, Harper and Row, New York, 1965; también en castellano
Pseudomutualidad en las relaciones familiares de los esquizofrénicos, en
Sluzki, Interacción Familiar, Tiempo Contemporáneo, Bs As.
[38] Ackerman, Nathan, 1958, Diagnostico y tratamiento de
las relaciones familiares, Hormé,
Bs. As. 1961.
[39] Ferreira, Antonio, 1966,
Family myths, en I. M. Cohen, Family structure, dynamics and therapy.
Psychiatric Reserch report, Nº 20, Am. Psychiatric Association. También en
castellano Mitos familiares, en Sluzki, Interacción Familiar, Tiempo Contemporaneo,
Bs As.
[40] Shapiro, R. et al. 1975,
The influence of family experience on borderline personality development, Int. Rev. of Psycho-anal., vol. 2, 1975.
[41] Laing, Ronald, Esterson, A., 1964, Locura,
cordura y familia, Fondo de Cultura Económica, Mexico, 1967
[42] Laing, R, 1965,
Mystification, confusion and conflict en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo
Intensive Family therapy, Harper and Row, New york, 1965).
[43] Laing, R, 1965,
Mystification, confusion and conflict en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo Intensive
Family therapy, Harper and Row, New york, 1965).
[44] Abraham
Nicolas y Torok Marìa, 1978, L´écorce et le noyau, Aubier-Flamarion, Paris
[45] Faimberg Haydee,1985, El telescopage de
generaciones: la genealogía de ciertas identificaciones, Rev. de Psicoanálisis,
42, 5.
-Faimberg, Haydee, 1988, A
l´eccoute du télescopage des génerations: pertinence psychanalytique du
concept, Topique, 42
-Faimberg, Haydee, 1993, El telescopage de las
generaciones, en Transmisión de la vida psíquica entre generaciones de Kaës y
otros, Amorrortu, Bs. As. 1996; este trabajo es una reelaboración de lo
presentado como “Télescopage des generations en el 34 IPAC de Hamburgo en 1985.
[46] Käes 1989, El pacto denegativo en los conjuntos
trans-subjetivos, en Lo negativo, Amorrortu, Bs. As.1991
[47] Enriquez ,Micheline, 1988; Incidences di délire
parental sur le memoire des descendants, Topique, 42. tambien
en castellano, La incidencia del delirio parental sobre la memoria de los
descendientes, en Lo negativo, Amorrortu, Bs. As. 1991.
[48] Berenstein, I.,1990, Psicoanalizar una familia, Paidos,
Bs As
[49] Berenstein
I. y Puget J., 1997, Lo vincular, Paidos, Bs. As.
[i] Denis de Rougemont, 1958, El amor y occidente, Editorial Kairos,
Barcelona, 2002; Los mitos del amor, 1961, Editorial Kairos, Barcelona,
1997.
[ii] Un nuevo modo de concebir el amor, un amor recíproco que admitía la
unión del amor al erotismo en el seno de la pareja, emergió con el “amor
cortés”. El amor cortés surge en el seno de la
aristocracia feudal en la Provenza de fines del siglo XI, al abrigo de los mitos, la poesía, y la novela romántica. Este amor recíproco - asociado
al erotismo -, encontró también un relato, al decir de los comentadores,
fundante, de la mano del mito de Tristan e Isolda, y en las cartas de Abelardo
y Heloisa. Más tarde, encontrará una narrativa ejemplar en el Romeo y Julieta
de Shakespeare
[iii] Este amor mutuo, recíproco, finalmente toma toda su fuerza en el
imaginario social del siglo XIX en el pensar y escribir de los románticos que
descubrieron simultáneamente el lirismo de los trovadores y el hecho religioso.
La novela, el gran fenómeno de la literatura del siglo XIX, y la ópera, que
encuentra su apogeo también en esos tiempos abrevan en esa fuente; a modo de
ejemplo, esta pasión la sienten, de la mano de Verdi, Tosca y Cavaradosi, o con
Wagner, Tristan e Isolda.
[iv] El
matrimonio, en tanto institución acartonada y falta de pasión, fue denunciada, a mediados del siglo XIX
por Gustave Flaubert (1821-1880) al publicar en 1857 Madame Bovary. Flaubert
con Madame Bovary escandalizó a sus contemporáneos, al denunciar la
insatisfacción amorosa que campeaba en la vida marital de esos tiempos. En esta
novela se reclamaba un lugar para la sensualidad y el erotismo que el
matrimonio no parecía brindar. Madame Bovary fue probablemente la novela
francesa más influyente del siglo diecinueve.
La Emma Bovary dibujada por Flaubert, es una
aburrida ama de casa de provincia, con una sexualidad encorsetada en un
contrato matrimonial desprovisto
de vitalidad, de sensualidad, que tratando de vivir un desesperado amor,
abandona a su marido para seguir a Rodolphe. Esta búsqueda del amor era
inadmisible para la sociedad de la época, era escandaloso como Emma hacía caso
omiso de sus deberes de esposa y madre para perseguir ideales románticos.
Flaubert fue condenado por el establishment social por describir lo que para su
tiempo era un comportamiento inmoral de la protagonista.
[v] La pareja moderna, imaginada por el romanticismo, tiene una
generalizada realización social después de 1920, como producto de los cambios que se
estaban dando en los modos de pensar, los cambios sociales, el nuevo lugar de
la mujer. Dejó de ser hegemónico el matrimonio concertado y emergió entonces
una idea innovadora que atravesó todas las clases sociales en Occidente. En
adelante se afirmó que los lazos matrimoniales debían estar asentados en un
sentimiento recíproco. Es
conmovedor como relata Anne-Marie Sohn en
“La más bella historia de amor” la
aparición de este nuevo modo de relación. Anne-Marie Sohn, profesora de
historia contemporánea en la Universidad de Ruan, dice “después de siglos de
inhibiciones, frustraciones, represiones aparece entonces esa cosa tan
inconfesable, tan ocultada, tan deseada, que surge tímidamente de la penumbra:
el placer… La revolución amorosa que se desarrolla de 1860 a 1960 es discreta
pero ineludible. ¡Basta de ese recato hipócrita de esa vergüenza de su propio
cuerpo, de esa sexualidad culpable que consolida la infamia de los hombres y la
desdicha de las mujeres! ¡Nada de matrimonio sin amor! ¡Nada de amor sin
placer!” (de Dominique Simonet, 2003, La más bella historia de amor,
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005).
[vi] La pos-modernidad se ha acompañado
de una pérdida de la hegemonía de la familia moderna como modelo. En un
movimiento que, para situarlo históricamente, ha abarcado todo el siglo XX y
con más acento desde los sesenta en adelante, se produjo un enorme cambio en
los modos de relación y en el modo en que se instituían los vínculos de
parentesco. Las conformaciones familiares de la pos-modernidad se han ido
haciendo lugar, incluso han logrado un lugar de reconocimiento social y una
juridicidad dentro del aparato legal del estado.
En tren de enumerar algunos factores que han
contribuido a la formación e institucionalización de estas formaciones
familiares de la posmodernidad, sin por eso pretender ser exhaustivo, diría que
la familia tipo de la modernidad empezó a
perder hegemonía en el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad:
a-En primer término, con la entrada masiva de la mujer en el mercado laboral.
b-En segundo lugar por la
revolución que implicó la aparición de métodos anticonceptivos, en
particular las píldoras anticonceptivas
c-En tercer lugar la generalización de una legalidad que le dio existencia
a la disolución del vínculo conyugal, mediante la legislación en torno al
divorcio. En los últimos cincuenta años se ha instalado definitivamente el
divorcio conyugal en nuestras sociedades, tanto desde el imaginario social,
como desde el marco legal. Hoy cerca del cincuenta por ciento de los matrimonios
se divorcia y se habla de un aumento
del treinta por ciento en las uniones de hecho.
d-En cuarto término, la profunda transformación que ya ha traído la
aparición de nuevas técnicas de fertilización. De la mano de ellas está implícita la no articulación entre sexualidad y
reproducción, incluso es avizorable en un futuro no demasiado lejano la eventual radical desarticulación entre sexualidad y reproducción.
e-En
quinto lugar la discusión que se ha activado en la mitad del siglo XX, en torno
a la cuestión de género. En las últimas décadas, esta discusión ha tenido un
lugar relevante en la agenda de lo
que se discute. Hay cambios notables respecto de esta cuestión, tanto en lo
“socialmente aceptado”, como en “la legislación” sobre el tema. El mayor hiato entre sexualidad y reproducción ha traído como inevitable
consecuencia nuevos modos de relación. La polaridad masculino-femenino se ha
atenuado y asistimos a la emergencia de prácticas y sentires en torno a la
sexualidad impensables para nuestra época.
[vii] Una buena parte de las familias actuales son familias ensambladas
(confluencia de diversas familias que se “ensamblan”); recomposiciones de las
familias preexistentes en una nueva con mis hijos, tus hijos y nuestros hijos. En tren de poner números digamos que hoy en Estados Unidos
casi un 75% de los divorciados vuelve a casarse o se une de hecho. En algunos
países de Latinoamérica, la proporción de bebés nacidos en el seno de parejas
no casadas, trepó en la última década de alrededor del 30 por ciento hasta casi
el 50 por ciento. En Inglaterra, la tercera parte de los casamientos es
efectuado por personas divorciadas, mientras que en Francia se calculaba en
casi un millón los menores de 25 años que convivían con un padrastro o una
madrastra. En la Argentina, según el Censo Nacional de
Población, Hogares y Viviendas del 2001 hay casi 300.000 familias de este tipo.
En
general en las familias ensambladas se trata de parejas donde ambos cónyuges
son "reincidentes" y los hijos pueden ser de uniones anteriores o de
la nueva pareja. Se estima que al menos en la Ciudad de Buenos Aires, situación
que se asimila a los parámetros de países occidentales del primer mundo, el 50% de las familias son ensambladas.
Esto va en aumento en el mundo. En EE.UU. los especialistas afirman que para el
2010 las familias ensambladas serán el vínculo más frecuente.
[viii] La noción de vínculo se hizo necesaria, después de la segunda guerra
mundial, en la clínica psicoanalítica para explicar y abordar
la psicosis. Destacaría entre
otras contribuciones a este tema las de: Fromm-Reichmann Frieda, 1939,
Transference problems in schizofrenics, Psychoanalytic Quaterly, vol 8, N° 4;
Fromm- Reichmann, Frieda, 1950, Principles of Intensive Psychterapy, University
of Chicago Press, Chicago; Bion, W., 1960,
A theory of thinking en Second thoughts.Selected Papers on Psichoanalysis,
Heinemann, Londres; Harold Searles, 1965, Collected papers on schizofrenia and
related subjects, International Univertsities Press, New Yotk; Bateson, G., Jackson, D., Haley, J., y
Weakland, J., 1956, Hacia una teoría de la esquizofrenia, en Pasos hacia
una ecología de la mente de G. Bateson, Planeta-Carlos Lohle, Bs. As. 1991;
Lidz, T., Cornelison, A., Carlson D.,y Fleck, S.,1957,
Intrafamilial enviroment of schizofrenic patients: the transmission of irrationality, AMA, Archives of neurology and Psychiatry,
79: 1958.; Wynne, L., Ryckoff, Day
y Hirsch, Pseudomutuality in an
the family relations of squizophrenia. Psychiatry, en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo, Intensive family therapy, Harper and Row, New
York, 1965; Ackerman, Nathan, 1958, Diagnostico y tratamiento de las relaciones
familiares, Hormé, Bs. As. 1961;
Ferreira, Antonio, 1966, Family myths, en I. M. Cohen, Family structure,
dynamics and therapy. Psychiatric Reserch report, Nº 20, Am. Psychiatric
Association; Shapiro, R. et al. 1975, The
influence of family experience on borderline personality development, Int. Rev. of Psycho-anal., vol. 2, 1975; Laing, Ronald,
Esterson, A., 1964, Locura, cordura y familia, Fondo de Cultura Económica,
Mexico, 1967; Laing, R, 1965, Mystification, confusion and
conflict en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo Intensive Family therapy, Harper
and Row, New york, 1965); Laing, R, 1965, Mystification, confusion and conflict
en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo Intensive Family therapy, Harper and Row,
New york, 1965); Pichon Riviere, Enrique, 1946, Contribución a la teoría
psicoanalítica sobre la esquizofrenia, Rev. de Psicoanálisis, vol. 4; Pichon Riviere, Enrique, 1951, Algunas
observaciones sobre la transferencia en los pacientes psicóticos, Rev. de
Psicoanálisis, vol. 39; Enriquez ,Micheline, 1988; Incidences di délire
parental sur le memoire des descendants, Topique, 42. tambien
en castellano, La incidencia del delirio parental sobre la memoria de los
descendientes, en Lo negativo, Amorrortu, Bs. As. 1991; etc.
[ix] Intento al proponer un encuadre, inmovilizar
variables ‑ tiempo, espacio, conductas, actitudes, roles‑, con la expectativa
que lo que se despliega en esa familia me permita inferir las determinaciones
inconscientes de ese conjunto, más específicamente las determinaciones
inconscientes que les plantea ese conjunto al que pertenecen.
Otra advertencia, al recoger indicios también tenemos que considerar que
a la hora de construir nuestras consideraciones sobre lo que ocurre en ese
campo, la subjetividad del analista, aunque la encuadremos, no queda eliminada;
el analista para delinear lo que ve y escucha, como no podría ser de otro modo,
impregna su juicio con sus valores.
[x] Lidz, T., Cornelison, A., Carlson D.,y Fleck, S.,1957, Intrafamilial enviroment of
schizofrenic patients: the transmission
of irrationality, AMA,
Archives of neurology and Psychiatry, 79: 1958.
[xi] Wynne, L., Ryckoff, Day y Hirsch, Pseudomutuality in an the family relations of
squizophrenia. Psychiatry, en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo,
Intensive family therapy, Harper
and Row, New York, 1965; también en castellano Pseudomutualidad en las relaciones
familiares de los esquizofrénicos, en Sluzki, Interacción Familiar, Tiempo
Contemporáneo, Bs As.
[xii] Laing, Ronald, Esterson, A., 1964, Locura,
cordura y familia, Fondo de Cultura Económica, Mexico, 1967
[xiii] Laing, R, 1965,
Mystification, confusion and conflict en I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo
Intensive Family therapy, Harper and Row, New york, 1965).
[xiv] Las familias ensambladas, suelen tener una mayor complejidad en algunos
de los conflictos vinculares, dado que tienen que procesar los conflictos y ambivalencias
derivados de vínculos con mayores
diferencias: vínculos entre mis
hijos, tus hijos, nuestros hijos; vínculos con la madre o padre de los hijos
que no se tienen en común, personajes que suelen ser personajes importantes a
la hora de comprender la vida emocional familiar.
En las
familias ensambladas los hijos suelen sentir que han perdido la familia que
tenían, y fantasean con volver a ver a papá y mamá juntos, volver a tener un
espacio que compartían, un espacio que junto a los hábitos sentían cotidianos.
Las familias ensambladas se suelen conformar
sobre la base de pérdidas importantes: un divorcio o la muerte de un
progenitor. A esto se suman otras pérdidas y cambios también relevantes, como
son: la pérdida de la relación cotidiana con los hijos, la casa, el barrio,
amigos, parientes, la pérdida de
la estructura de la familia nuclear (padres e hijos conformando un mismo grupo
familiar); la total coincidencia entre los vínculos conyugal (el que une a los
esposos) y parental (el que une a los padres entre sí); los sueños de un
matrimonio para toda la vida; o para la persona soltera que se une a otra
divorciada con hijos, la pérdida de la ilusión de iniciar la vida matrimonial
sin hijos ajenos; o por su parte, los chicos pierden la esperanza de que sus
padres vuelvan a estar juntos. En el abordaje de las familias
ensambladas es importante darle lugar emocional a esta serie de pérdidas para
que después se pueda producir un buen acople en la nueva familia. Sin embargo
los procesos no deben precipitarse, no se debe esperar que las familias
ensambladas se integren en un breve lapso de tiempo, pues se necesitará tiempo
y experiencias compartidas para que se fomenten las relaciones. Tanto los hijos
como los padres suelen guardar en su memoria expectativas provenientes de sus
familias anteriores, que muy posiblemente deberán confrontar con la nueva.
Es
importante en estas familias tener en claro que los hijos serán miembros de dos
hogares diferentes, en los que siempre estará ausente uno de los dos padres
biológico, por lo que será también fundamental captar los sentimientos por los
que atraviesan estos chicos. No hay que esperar de la nueva vida juntos un
mundo de maravillas, sencillamente porque no ocurre eso en una familia
tradicional, en la cual los inconvenientes son parte de la vida familiar. Los
miembros de la familia se van topando con dificultades y tendrán todos que
consensuar modos de vida, afectos y tiempos. En este punto es muy importante
romper mitos como que "la madrastra o el padrastro deben querer a los
chicos inmediatamente", esto no es así, el cariño vendrá con el tiempo,
con el conocimiento de todas las personas, no se ama lo que no se conoce. En
las familias ensambladas ocupan un lugar central los padres biológicos, ya que
pueden facilitar o entorpecer el proceso para que los hijos puedan aceptar la
pareja de su ex cónyuge. Son frecuentes las descalificaciones de la figura de
la madrastra o el padrastro por parte de los padres biológicos.
Las pérdidas y los sentimientos que acompañan a la
nueva familia, suelen reactivarse en el momento nuevo
casamiento o unión. Lo de unión va por el hecho de que casamiento o boda (de
más amplio uso esta última) se entiende al acto religioso (o cívico, menos
extendido) de casarse. Muchas de estas nuevas familias son producto de uniones
sin bodas.
Las
usuales desavenencias y las pérdidas suelen confundir a las nuevas parejas, o a quienes los interpretan
como que “algo no debe andar bien”. Hay que admitir que: los hijos preceden a
la formación de la pareja; hay otro progenitor en otro hogar o en la memoria;
hay más de dos adultos en función parental; los chicos por lo general circulan
entre dos hogares; hay más vínculos y personas involucradas; las emociones que
desencadenan las transiciones entre las diferentes etapas del Ciclo Vital son
más intensas; los sentimientos de pertenencia e identidad familiar tardan en
aparecer; hay menos control y cohesión familiar.
En las familias
ensambladas las relaciones no se dan espontáneamente, sino que se construyen lentamente
y son el resultado de tareas que
demandan esfuerzo y paciencia. Precisamente, las que alcanzan la estabilidad
son las que han manejado las necesidades de sus miembros, de modo tal, que la
mayoría de ellos están satisfechos con su nueva familia.
[xv] Un comentario teórico-clínico:
en el “acmé” de los “estados de malestar
vincular” es habitual que nada de lo oído “caiga bien”, que nada de lo
que se diga “caiga bien”, que las palabras pierdan la intención de comunicar;
las palabras desmedidas en tono,
altura e intensidad no tienen por fin comunicar ideas, más bien parecen
destinadas a penetrar en la mente del otro, acallarlo, anularlo o inmovilizarlo
y predomina el uso performativo -como instrumentos- de la voz y los gestos. El malestar en el vínculo está
frecuentemente acompañado por fuertes enojos, que toman la forma de reproches,
los miembros de esa relación se exasperan, se irritan. Buena parte de lo que
proviene del otro, en estos “estados”, suele ser sentido como preñado de malas
intenciones; esta intencionalidad, esta mala intencionalidad que campea en el
seno del vínculo, en esos estados colorea el intercambio y a su vez suele dar
razón a la mala intencionalidad propia.